Cuando se instaló con su mueblería, a Carlos Cisterna se le ocurrió crear un club de fútbol que sirviese como distracción para su equipo de trabajadores. De eso ya han pasado cincuenta años y las historias que se tejen alrededor de este empresario loíno -que dejó de existir el pasado miércoles a sus 86 años- son dignas de contar.
"Él siempre tuvo el sueño de tener un club donde pudieran jugar los niños que no tenían para comprarse sus zapatos de fútbol, donde llegara toda la gente de la comuna sin importar de qué parte venían. Y siento que en este último tiempo, eso se estaba cumpliendo", dice su primogénito, Carlos Cisterna.
De una familia futbolera en su descendencia -Jonathan Cisternas, el volante de Ñublense es pariente y su nieto juega en las inferiores de San Luis de Quillota-, Carlos Cisterna consolidó su idea de club en 1963 y comenzó a participar primero en la asociación de Calama, para luego terminar -como hasta el presente- compitiendo en el torneo amateur de Chuquicamata.
"Desde siempre, la idea es que el club representara a la comuna en su sentido más particular. El de la gente trabajadora, que por medio del deporte pudiera llevar una vida más sana en una zona alejada de todo. Y en ese sentido, el Deportivo Cisterna tiene un lugar ganado" dice Carlos.
Y tiene razón. Varios títulos locales e incontables participaciones en regionales representando a las asociaciones locales hacen de este club uno de los entes más representativos del balompié local.
Ideal
Una de las principales deudas que siente el hijo de Cisterna con su padre es la del reconocimiento de la comunidad. "Creo que él se fue tranquilo con eso aunque en la familia sentimos que hizo mucho por varios chicos de esta zona y la ciudad no supo reconocer nunca su aporte", comenta.
Y cuando se recorre la galería de nombres que vistieron la camiseta de esta entidad local y luego partieron al fútbol profesional, inmediatamente surge el nombre de los hermanos Junior y Cristian Fernández o Jonathan Novoa.
Carlos Cisterna hijo sostiene orgulloso que "en los años ochenta ya había tres series en menores más las de juveniles, adulta y luego, seniors. Eso significa que en nuestro club al menos hay unos 150 jugadores que están inscritos y que semana a semana se visten de corto para defender nuestros colores".
Y por lo mismo, reconoce que "es tarea de los hijos y nietos mantener este legado. Porque una cosa es que el club haya nacido como la representación de la empresa familiar pero los años nos fueron dando un rol social dentro del deporte local y no vamos a descansar para que ese sueño siga siendo una realidad".
La génesis de Cobreloa
Era la década del "70 y un grupo de dirigentes entre los que se contaba Carlos Cisterna se organizó para traer a la zona un club de fútbol profesional, uno que sirviera como distracción para los miles de mineros que pasaban sus jornadas en las entrañas de la tierra y se desarrollaban en un entorno más que desolador. "Primero quisieron hacerse cargo los de Santiago Morning pero significaba tener un club de Santiago que iba a hacer de local allá. Por eso no perduró esa idea y luego, mi padre junto a otros personajes de la época decidieron crear Deportes Loa, con la venia de quien tenía ese nombre en su club amateur", comenta el primogénito del fallecido dirigente deportivo.