La historia de esfuerzo de Miguel Ortiz, el padre del loíno que corre el Dakar
En 2013 se hizo conocido como el trabajador de Codelco que tomó el bono de negociación para pagarle la inscripción a su hijo para correr el rally más difícil y costoso del mundo.
Y para Miguel Ortiz Tapia, tener a su hijo Yamir participando en esta prueba de largo aliento significa el mayor orgullo de la vida. "Es difícil explicarlo porque es una emoción muy grande ver a un hijo participar con los pilotos más grandes del mundo, peleando de igual a igual en muchos tramos, haciendo lo que más le gusta y representando bien a su gente y a su país. Quiere decir que aposté a ganador", exclama.
Sabe muy bien en lo que están compitiendo y los inconvenientes que se van a encontrar. "En 2013 fui a Lima y ahí empecé a sentirme en medio de una competencia de nivel mundial. Y nosotros llegamos con una caja de herramientas, una moto y nos tuvimos que poner a la par con algunos que tienen camiones con mecánicos. Cómo no sentirse orgulloso si la moto que armamos la llevamos entre los dos y con esa moto, Yamir le ganó a pilotos profesionales de renombre".
Hoy, a bordo de una camioneta y junto a dos amigos se las ingenia para asistir al piloto chuquicamatino por su aventura sudamericana. Claro que sin el detalle esencial de poder apoyarlo dentro de los campamentos. "Lo seguimos por carretera porque es la única opción que nos queda, inscribir un equipo técnico es muy caro y sólo nos las podemos arreglar así. Donde él empieza la especial del día lo acompañamos y luego tomamos alguna ruta para esperarlo en el siguiente punto de enlace", cuenta.
No es primera vez que el padre de Yamir Ortiz está con su hijo en el trayecto de la caravana multicolor.
"El año pasado también lo queríamos seguir pero no pudimos pasar a Argentina porque no tenía el seguro para la camioneta y cuando quisimos sacarlo, no había sistema. Por eso opté por seguirlo por Chile y luego esperarlo por el paso San Francisco en la Tercera región. Pero no alcanzó a llegar porque le hicieron tira la moto cuando chocó con un auto de la organización justo antes de regresar al país", comenta Ortiz padre.
El padre de Yamir -quien hace instrucción a militares del regimiento Topater e incentivó a su hijo a adentrarse al mundo de las motos cuando este recién tenía 8 años- también cumple su función de mecánico y entrenador, por lo que sabe muy bien que requieren de una estrategia, la que es más fácil definir cuando ya tienen un Dakar en el cuerpo.
"Mi expectativa para 2014 es que termine y creo que como he hablado con él, va a competir, pero eso significa correr tres veces más fuerte de lo que corrió el año pasado para tener resultados importantes. Y claro, a él lo mueve el impulso de ser joven, creen que son inmortales. Pero yo me encargo de irlo aconsejando y si no, son los mismos profesionales quienes lo aconsejan porque a él lo quieren mucho, lo valoran y ven el esfuerzo que hace. Incluso, en el rally lo conocen como Yamir War, por su capacidad de ir a la pelea con menos condiciones técnicas que el resto", dice.
Por ahora, Ortiz se instala muy lejos del grupo de avanzada pero sigue en competencia. "Yo sé que él ha ido cuidando la moto, por lo que esperamos que cuando entremos a Chile pueda dar un golpe y meterse de lleno en una etapa, no sé si peleando el podio pero acelerando fuerte, como en el año pasado. Me tocó ver que a veces Yamir pasaba mucho más rápido que los demás pero perdía esa ventaja cuando tenía problemas con la moto. Si este año no tiene ese problema, va a saber lo que es dosificar y cuidarse. Y de seguro, con mayor apoyo y recursos, en un tercer Dakar ya pueda destacarse como él sueña", concluyó.