La polémica detrás de"El lobo de Wall Street"
Es un cóctel de sexo, drogas y estafas financieras, basado en la historia del corredor de bolsa Jordan Belfort. La cinta ha generado duras críticas por "glorificar la codicia". Pero también elogios de parte de los admiradores de las viejas apuestas del cineasta neoyorquino.
Hace años que Martin Scorsese no generaba una polémica. Cuando pensábamos que se había convertido en un bondadoso y sonriente abuelo de 71 años que había desviado su mirada hacia el cine infantil ("La invención de Hugo"), ahora llega con una buena dosis de la actitud y la incorrección de los viejos tiempos. Porque "El Lobo de Wall Street" es una película cáustica, ruidosa y esperpéntica que ha dividido aguas.
Aunque algunos aplaudieron su regreso al cine ágil y amoral de "Buenos Muchachos", otros consideraron al filme como una glorificación de la codicia sin límites. En especial Christina McDowell, hija de uno de los abogados de Jordan Belfort, el sucio corredor de bolsa que retrata la cinta.
"Su película es un intento imprudente por seguir pretendiendo que ese tipo de ardides son divertidos incluso cuando el país sufre por otra serie de escándalos de Wall Street", escribió McDowell en "LA Weekly".
Otros apuntan a un escándalo más concreto: el filme estaría beneficiando economómicamente a Belfort -se basa en su libro de memorias-, lo que indirectamente implicaría una sociedad cuasi mafiosa con Scorsese y Leonardo DiCaprio. Para peor, el actor lo interpreta con cariño, acentuando sus rasgos criminales y narcóticos con vocación caricaturesca, pero también resaltando su lado más amable o, digamos, el carisma que lo llevó a armar un imperio millonario e inescrupuloso.
"El Lobo de Wall Street" narra la escalada criminal y financiera de Belfort -hoy un exitoso gurú motivacional-, pero también su debilidad frente a los excesos que llegan con el dinero. Así, la película se impone como una entretenida y exagerada crónica de abundancias (narrada en off por el corredor de la bolsa); un cóctel de sexo, drogas, violencia... y billetes que sobrepoblan la pantalla como si se tratara de los personajes principales. Al final, se muestra su caída en manos del FBI.
¿Juzga finalmente Scorsese a su personaje? Los detractores han dicho que no. Pero, ¿Debería ser el cine un tribunal de conductas morales?
Lo cierto es que no podemos culpar al cineasta por la devoción casi insana que ha demostrado a lo largo de su carrera por outsiders que se potencian al margen de la ley. Antihéroes ambiguos como Travis Bickle ("Taxi Driver"), un taxista moralista y atraído por la violencia que termina alzándose como un modelo de conducta. O los siniestros y encantadores mafiosos de "Buenos Muchachos". Belfort está retratado con el mismo grado de admiración insana, pero Scorsese pareciera estar consciente de la lectura que aporta el contexto en el que se estrena "El lobo de Wall Street".