Para mí comer gelatina en cubitos y animalitos, "conflex" que traían figuras de Pluto fue novedad.
"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda para contarla". Decía este famoso escritor colombiano que mostró al mundo lo que pasaba en su pueblo de Acarataca lo real pero mágico.
Mucho de lo que nos contó en "Cien Años de Soledad" y otros libros, lo vivimos nosotros aquí y no lo que consideramos mágico sino real. Por ejemplo, la venida de los grandes circos con sus animales nunca vistos por los niños, los carruseles, la llegada de los gitanos con sus historias de plombagina sacándonos la suerte. Desde lejos veíamos a los americanos que se vestían diferente y jugaban al tenis, golf, juegos novedosos para nosotros, igual después de las huelgas no se sabía más nada, como el viento se llevaba la hojarasca, los ripios, remolinos con sus piedrecillas se llevaban ayer y hoy todo; igual como las bananeras hoy desaparece el mineral.
Cuando no conocíamos los refrigeradores y comprábamos helados en el Saca Pica, un amigo me contaba que trabajaba en la casa donde hacían hielo en Chuqui y siendo niño en vez de ir a la escuela, trabajaba entregándolo a los hoteles y pescaderías. Para mí comer gelatina en cubitos y animalitos, "conflex" que traían figuras de Pluto fue novedad.
Cuando camino por nuestras calles, los recuerdos me salen al encuentro a la vuelta de cada esquina de lo que fue Calama apacible de día, con su estación de trenes diarios al puerto y a Baquedano para tomar al Longino que nos llevaba hasta La Calera o el Internacional a Bolivia que iba y venía cada semana trayéndonos caña de azúcar, avellanas, chancaca, llegaba hasta Oruro. Como no acordarnos del río Loa y su salón de bailes en la Terraza donde acudíamos los domingos a bañarnos rodeados de verdes vegas, maíz, alfalfa, chilcas, algarrobos. Era todo mágico.
No sé si a todas las personas, los primeros años se les reaniman con mayor fuerza apareciendo recuerdo de ciertos olores, sonidos, melodías que por instantes nos dan la impresión de regresar en el tiempo y querer volver a vivir los momentos de antaño con una realidad penetrante. No sé si esto es la nostalgia, la que nos arranca del presente y nos deja flotando en el tiempo y volvemos al ayer para recordarlo y contarlo.