El corazón siente en carne viva, con entera plenitud, el justo regocijo que hoy experimentan los Carabineros de Chile, en la celebración de los 87 años de existencia de su institución. Y no se puede ser de otra manera. Cuando se está en presencia de un hecho como éste, cuando se observa la trayectoria cumplida en ochenta y siete años, no de trabajo ni de entusiasmo solamente, sino que de valor y sacrificio insuperables, el espíritu de todos los chilenos tiene que sentirse conmovido por la más profunda emoción.

Esos ochenta y siete años, contados uno a uno, son pruebas evidentes de que se ha cumplido una labor superior a todo comentario. Muestran el resultado de una labor que siempre ha sido mejor a medida que el tiempo avanza, y que a estas alturas ya luce una madurez envidiable y merecida.

Me gustaría poder hacer la historia de Carabineros de Chile. Me gustaría poder nombrar uno a uno a todos los carabineros que olvidando sus propias preocupaciones, sus propios problemas, lo han ido dejando todo en aras de la colectividad y en beneficio del engrandecimiento de la institución que los cobija. Todos ellos unidos por un noble afán de servir a sus semejantes, sin el acicate de la recompensa , sino con el único objeto de dar escape libre a sentimientos generosos y altruistas que no encuentran parangón en otro alguno.

¿Quién los mueve a entregar todo lo que tienen, a veces su propia vida, por la tranquilidad de sus semejantes? Nada más que la generosidad humana que brota a raudales de sus corazón, que no se detiene ante nada, y que no encuentra otra satisfacción que la ver reducida al enemigo que ataca a mansalva, sin compasión, y que lo destruiría todo si no estuviera siempre alerta el carabinero.

La inquietante situación del mundo y a esa luz de esperanza que alborea con destellos esplendorosos, por que Rotary Club que ha recogido un rayo de esa luz, comprende en toda su intensidad las fuerzas incontrarrestables de esa bondad infinita, de esos esfuerzos sin límites y del sacrificio inmenso que fluyen con caracteres de grandiosidad de Carabineros.

Pareciera que la lejanía de nuestra provincia con el resto del país, hace que las ayudas y reacciones por lo que pasa aquí resulte mas tardío y sean de menor interés nacional.

Pero pese a ello, muchas situaciones que ocurren en nuestra zona debieran generar mayor impacto, o mejor aún, reacciones que ofrezcan soluciones a nuestros problemas.

Uno de ellos es el abandono que existe de nuestro entorno, y que si no fuera por algunas pocas entidades preocupadas, la destrucción sería mayor.

Los recursos de agua están agotados, muchos bofedales y zonas verdes se secan por la contaminación, numerosos lugares arqueológicos e históricos son destruidos por el progreso, no hay un incentivo por preservar nuestras comunidades originarias y vemos cómo los poblados del interior están quedando vacíos.

Y en los últimos meses se ha descubierto una caza furtiva de vicuñas en la Reserva Nacional Los Flamencos, específicamente en el salar de Tara, la que se viene repitiendo esporádicamente.

Detrás de este desastre ecológico está la venta de piel del camélido y la soledad de estas pampas facilita el trabajo de bandas de inescrupulosos que atentan contra estos inocentes animales en estado de protección.

Se requiere con urgencia tomar medidas más extremas o aumentar el control de personal del SAG y Conaf en el sector para poder ahuyentar a los cazadores. A esto se suma el turismo invasivo no controlado en la zona y el ingreso de personas de faenas productivas que realizan prospecciones en la zona, que también se convierten en una amenaza de nuestro hábitat, ya que provocan el desplazamiento de esta especie desde zonas protegidas.

En el lugar hay numerosa fauna silvestre que necesita ser protegida con el fin de preservarla, debido a su frágil condición y al riesgo de poder extinguirse.

Habrá que reforzar las vigilancias y controles en el sector para dar con los autores de estas últimas muertes con el fin de poder sancionarles y evitar que sigan causando más destrucción.