Cuando creemos que como nación hemos madurado y que somos capaces de poder desarrollarnos junto con progresar, nos damos cuenta que en determinados temas, principalmente valóricos, aún afloran conductas de fanatismos que nos impiden crecer.
Este será un año de mucho análisis, discusión y planteamientos de diversos temas valóricos que están aflorando en nuestra sociedad, y que estuvieron estancados por diversas razones, que en este caso no vale la pena analizar.
Tal como la dijera el Papa Juan Pablo II: 'Hay que dejar de lado los fanatismos religiosos, políticos y deportivos', para poder madurar como nación.
No debemos tener miedo a discutir determinados temas, porque no siempre tenemos la razón, o pueden existir argumentos de mayor peso que puedan hacernos ver otras perspectivas de un mismo tema.
Cuando existe pasión exacerbada y desmedida, donde dejamos la racionalidad de lado o nos negamos a discutir determinados temas, revela que a veces actuamos más por fanatismos que por convicciones.
Los cambios a la tributación al Estado, a la Educación, a temas como el Acuerdo de Vida en Pareja, ciertos tipos de aborto, la discriminación, la necesidad de reformular ciertas leyes y evaluar el cambio a la Constitución parecen alterar los ánimos de muchos.
Por qué resistirnos a los cambios, si éstos ayudan a mejorar nuestra vida como ciudadanos, si vemos que habrá más justicia o equidad, o que pondrán fin a determinados abusos.
Debemos aprender a escuchar a otros además de saber exponer nuestros argumentos a determinadas posturas y creencias.
De esta manera avanzaremos como nación, y estando conscientes que nuestras posiciones no siempre son las mejores o que no se legisla para unos pocos.
El fanatismo no puede superar la racionalidad y el respeto a otros que pueden pensar diferente a nosotros. Esperamos que al final de esta jornada triunfe el buen juicio y la sabiduría.