En la reunión sostenida ayer con el alcalde de Calama la Presidenta Michelle Bachelet (en su visita para participar en la ceremonia de Juramento a la Bandera) estableció compromisos con Calama a través de una mesa de trabajo para dar solución a las demandas comunales.

Esta no es la primera vez que oímos la promesa de sentarnos a una mesa para plantear necesidades y luego llegar a un acuerdo de supuestos recursos.

Si hacemos memoria, en su mandato anterior, quedó firmado un acuerdo para aportar millonarios recursos para Calama que quedaron truncados al finalizar su gobierno.

¿Qué fue de ese acuerdo?

Habrá otra vez que comenzar estas mesas de trabajo, que están de moda, para discutir algo que está claro y está en numerosos documentos elaborados para poner nombre y apellido a las necesidades de Calama.

¿Será necesario más mesas técnicas, más reuniones?

Esto parece igual que alguien que tiene positivas intenciones, pero al momento de materializarlas en buena acciones, queda en nada.

Los loínos están escépticos de tantas buenas intenciones, porque nunca se da el paso de materializarlas en acciones.

Sólo en intención se ha quedado, el sueño que nace en los años 70, de crear una Universidad en El Loa.

En intención se ha quedado le anhelo de construir un Parque Borde Río a orillas del Loa.

Sólo está la intención de hacer un buen Hospital para Calama; pero quedó paralizado y los expertos dicen que está malo, que no corresponde a la realidad y que mejor sería hacer otro. Es decir, casi 40 mil millones de pesos botados a la basura; dinero de todos los chilenos.

La lista podría ser larga pero bastaría que las buenas intenciones se materializaran en acciones con los proyectos que Calama Plus busca poder sacar adelante, pero que carece de recursos.

Es de esperar que esta no sea otra promesa más para Calama de las tantas que se han escuchado en los últimos cincuenta años.

Las aves son por naturaleza migratorias. Cada año, en primavera, llegan de a miles, y de la misma forma, en invierno desaparecen. Es su naturaleza. Así se alimentan. No tienen visa ni usan pasaporte. No llevan equipaje ni pasan por la aduana. Ni ven las fronteras erigidas por la humanidad para dividir los territorios.

El hombre es, también, una criatura migratoria. Salió de su cuna en África hace cuantos miles de años, en busca de tierra y abrigo; añorando alimento y oportunidad. Ahora habita en todos los continentes del mundo, habiéndose adaptado a una diversidad impresionante de climas, culturas y geografías.

La naturaleza migratoria del ser humano ha inspirado no sólo a los poetas, sino también a los teólogos. Delante de Dios, el hombre es un peregrino. Procura su destino final en el corazón de Creador.

El Mundial del fútbol, con todos sus dimes y diretes, es otro signo de fraternidad universal. Todos quieren ganar, y muchos van a perder. Toda la gloria es compartida, y toda derrota es acompañada, por un público planetario. Es lindo, como ver pasar las aves migratorias en primavera. Marca el paso del tiempo con fraternidad y nostalgia.

Al mismo tiempo, se ha visto por las noticias un signo negativo de desunión. Menores de edad, en su mayoría centroamericanos, están llegando en calidad de refugiados a las fronteras de Texas. Para procesar los casos, algunos fueron enviados a California, donde fueron recibidos por algunos californianos con manifestaciones agresivas.

Naciones más pobres han hecho esfuerzos mayores. Reciben a los refugiados como si fueran hermanos en su hora de necesidad. En California, no se puede. Las imágenes de su falta de caridad ya dieron la vuelta al mundo, dando testimonio de su corazón endurecido.

En el Reino de Dios, la cosa no es así. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Así dice Jesús. Yo estoy con él. La nueva patria es sin fronteras, ni aduana ni pasaportes. Hay un lugar en la mesa para los más sencillos, especialmente en su momento de necesidad. Los encontramos lindos, además, como las aves migratorias en el cielo.