Hay un profundo anhelo en muchas autoridades y representantes legislativos en poder materializar con efectividad la descentralización para que las regiones puedan autónomamente, pero sin perder la unidad de territorio nacional, administrar, dirigir y potenciar sus regiones.

Pero creemos que hay una fuerza oscura, que representa a muchos servidores públicos, que se oponen y no quieren repartir su autoridad, que hoy los enaltece en Santiago, pero que tiene una gran ceguera para poder ver la variada realidad de nuestro pais, las diversas culturas y los modos de vida que nos hacen muy distintos los del norte con los del sur o con los de la zona central.

Un solo ejemplo. El Estado hoy reparte subsidios para la vivienda cuyo monto es el mismo para todo el país, pero sin comprender que en algunas ciudades los terrenos tiene valores estratosféricos y la mano de obra en la construcción termina por elevar o duplicar el costo de la misma vivienda si se construyera en otro lugar.

Y así, la lista es larga, como un mismo IPC para todo el país, pero en algunos lugares la bencina vale muchos más que en otras ciudades.

En Calama estuvo este fin de semana la Comisión Asesora Presidencial por la Descentralización y Desarrollo Regional, donde los loínos pudieron dar a conocer sus demandas y necesidades para poder crecer, pero en serio.

El tema de la descentralización cruza muchas áreas de la administración pública, política y económica de las regiones del país.

De allí que sea necesario poder construir directrices

que sean aplicables a todas las regiones, y que a su vez pueda controlar que las propias regiones también se descentralicen hacia sus provincias y comunas de su territorio.

Se ha dicho que la descentralización debe partir desde la regiones, pero siempre y cuando se pueda doblar la mano al poder que se ha mal construido en Santiago. Un buena práctica sería partir eligiendo a los intendentes y gobernadores en cada zona.

Esta es una historia muy especifica, contada para ilustrar la misericordia de Dios (San Mateo 18:23-35). Lo opuesto a la misericordia-en la Palabra de Dios- es ser implacable; y ante esto el apóstol Pablo nos advierte seriamente (Romanos 1:29-32). Es que cuando uno olvida sus errores pasados, olvida que hemos sido perdonados por la Gracia de Dios y lavadas nuestras ofensas por la sangre de Jesucristo; entonces nos volvemos duros y dejamos de tener misericordia para con nuestros semejantes, nos volvemos implacables en nuestros juicios.

Nuestro Señor estaba terminando su enseñanza sobre buscar a los pobres de la sociedad y que muchas veces excluimos de nuestro llamado evangelizador, y también enseñaba sobre como perdonar al hermano ofensor; entonces esta ilustración era exactamente lo que su auditorio necesitaba oír.

Y nosotros en la actualidad también. Para los judíos de la época era bien conocida esta forma de administrar: un rey que hacia una revisión de cuentas y los desfalcos que se cometían de parte de los administradores.

Los talentos eran sumas cuantiosas de la época y en esta historia representan las ofensas a Dios; siempre nuestra deuda con el Creador será inconmensurable. Los denarios eran monedas menores y en esta historia significan las ofensas al prójimo.

Entonces, si Dios me perdona todas mis maldades, ¿por qué yo no puedo perdonar a quienes me ofenden en menor grado? La orden divina es que debo ser tan misericordioso y compasivo como Dios lo fue conmigo.

Cuando nuestra sociedad dice que no se puede perdonar como Dios lo hace, es que no conoce el amor de Dios verdaderamente. Y para tener el amor de Dios llenando nuestros corazones debemos perdonar y ser perdonados, solo entonces seremos libres para amar y bendecir a quienes nos rodean, aunque nos hayan lastimado alguna vez. Pruébelo, le aseguro que se puede, y vera como con su corazón lleno del amor de Dios, usted es capaz de amar y perdonar, aun a quienes le deban algo. Solo entonces seremos misericordiosos como nuestro Padre Celestial es misericordioso.