El 29% de la población penal en Calama son extranjeros imputados o cumpliendo condena, en su gran mayoría por delitos relacionados con la ley 20.000 que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas.
Añoran su país y sueñan con volver algún día con nuevos proyectos. Regresar a sus hogares es la oportunidad de dejar los errores atrás, y así comenzar de cero.
El Centro de Detención Preventiva (CDP) de Calama tiene una de las mayores tasas de población extranjera. Del total de 571 internos, 165 son foráneos, representando un 29%. De ellos sobre un 90% fueron detenidos por delitos de tráfico de drogas, los restantes por receptación.
'Como unidad fronteriza, al igual que Arica, por dar un ejemplo, tenemos altas cifras de extranjeros y los internos nacionales ya se han adaptado a eso. Aquí no hay mayores conflictos. En otros CDP se marca mucho al extranjero e incluso se fijan roles de poder', dijo el capitán Martín García y agrega que no hay ningún tipo de diferencias en el trato e incluso dentro de la cárcel se celebran las fiestas patrias que los internos solicitan. 'La semana pasada se realizó el día de Bolivia, para ello se les da la posibilidad de que celebren lo más parecido a como se hace en su país, con actividades y visitas'.
Si bien cerca de un 70% de los extranjeros privados de libertad cumplen su condena en Chile, un número importante de ellos puede optar por la expulsión - Indulto General Conmutativo - que les permite volver a su nación. Para optar a este beneficio, entre otros requisitos, deben haber cumplido un tercio de la pena y que esta no sea objetivamente grave. Una vez expulsados del país, no pueden volver a Chile por los próximos 10 años.
De los extranjeros que están privados de libertad en Calama, 107 son bolivianos, representando un 64%, lo siguen la población colombiana con 46 internos, equivalentes a un 27,8% y muy por debajo los peruanos, con cinco personas, dominicanos con 3, dos ecuatorianos, un brasilero y un argentino.
'Esperando la expulsión'
Jovana Muñoz es boliviana y llegó a la cárcel con dos meses de embarazo. Hoy su pequeña hija Javiera tiene 7 meses y gracias al Programa de Residencia Transitoria para hijos de madres privadas de libertad, puede estar a su lado todo el tiempo.
No tiene familia en Chile ni conocidos o amigos que la visiten al centro penitenciario, por eso desde el primer momento pidió la expulsión a su país. 'Tengo dos hijos en Bolivia que están siendo cuidados por mis hermanas, uno de tres años y otro de nueve. A ellos los extraño muchísimo. Trato de estar bien aquí para no afectar a mi hija. Aquí recibo ayuda de sicólogos y eso me mantiene bien pero quiero volver cuanto antes a mi país', dijo Jovana quien cuenta que el proceso de expulsión se le ha hecho largo y muy tedioso.
Lo que más le preocupa a esta joven madre es que el Programa de Residencia Transitoria para su hija, es permitido hasta que el bebé cumple un año de edad. 'El abogado no me ha venido a ver, me ha dejado un poco botada. No quiero separarme de mi hijita por eso quiero que me expulsen antes de su cumpleaños', comentó Jovana Muñoz.
'Trabajo para tener salida dominical o condicional'
Beker Darío Chila, es uno de los dos ecuatorianos que están en la cárcel de Calama. Ha firmado 4 expulsiones pero ninguna ha resultado. Resignado a cumplir el resto de su condena en Chile - poco menos de un año - trabaja de lustrín para optar a salida dominical o en el mejor de los casos libertad condicional.
Al igual que la mayoría de los extranjeros fue condenado por tráfico de drogas. 'Estoy haciendo conducta hace nueve meses y eso implica estar todos los días presentable, bañado y afeitado. Lo hago porque quiero tener algún beneficio y pronto poder reinsertarme a la sociedad' dijo Chila quien lleva 15 años viviendo en Chile y tiene un hijo en Santiago de 12 años.
'Antes trabajaba de barman en Viña del Mar y me gusta todo lo relacionado con cocina, incluso he hecho cursos. Tengo muchos planes para cuando salga de acá. Primero quiero visitar a mi hijo y después poner un negocio en mi país, una cocinería', comentó Chila.
La situación de Manuel Muñoz, interno colombiano, es diferente. Nunca pudo optar a la expulsión porque su pena es de 5 años y un día, superior los requisitos que establece la ley. 'Llevo un año y medio, aquí hay harto colombianos. Recibo visitas de mi esposa que vive en Calama, aunque ahora por su trabajo no ha podido venir. Extraño a mi país sobre todo a mis padres y mi hija de ocho años, pero por mi situación no tengo posibilidad de traslado'.
Pero si bien, están lejos de su país y de sus seres queridos, reconocen que el sistema penitenciario chileno les brinda mayor seguridad y reinserción que la que podrían optar en otros lugares. 'En mi país, en las cárceles hay mas hacinamiento y peleas. Aquí estoy más tranquilo', dijo Chila de Ecuador.
El capitán Martin García explica que 'la calidad de las cárceles en Chile es una de las mejores de Latinoamérica, más que por infraestructura, es por la asistencia, es decir, el trato que se tiene con los internos. En otros países el personal de gendarmería se preocupa de la seguridad perimetral y para adentro dicta la ley del más fuerte'.
Son historias de quienes tratan de purgar sus sentencias lejos de sus hogares y pasar uno de los momentos difíciles de su historia.
'Tengo dos hijos en Bolivia que están siendo cuidados por mis hermanas. A ellos los extraño muchísimo. Trato de estar bien aquí para no afectar a mi hija. Recibo ayuda de sicólogos y eso me mantiene bien pero quiero volver'.
'la calidad de las cárceles en Chile es una de las mejores de Latinoamérica, más que por infraestructura, es por la asistencia, es decir, el trato que se tiene con los internos. '.