El estacionarse en Calama y en general en cualquier ciudad de nuestro país, se ha convertido en los últimos años en toda una complejidad producto de varias razones.
La primera de ellas, es el explosivo crecimiento del parque automotor, sumándose la falta de una política municipal para crear estacionamientos pagados que podrían ser un buen negocio para las arcas locales, la ausencia de promoción para construir edificios de estacionamientos y el aumento de restricciones en la vía pública para estacionar los vehículos.
Frente a esta realidad, los conductores desesperados por aparcar su vehículo y al mismo tiempo la ansiedad de éstos por estacionarse frente a su destino, hacen que las calles estén constantemente colapsadas y se generen las más increíbles infracciones.
Además las empresas no tienen una política de hacer estacionamientos para que sus empleados acudan en vehículos a sus trabajos, lo que genera una mayor saturación de los sectores cercanos a las fuentes laborales.
Y es así como es posible ver autos estacionados en las veredas, o vehículos al lado de un grifo o en las esquinas, dificultando la maniobrabilidad a los vehículos que viran.
En definitiva, las ciudades han crecido, pero poco se ha pensado para resolver el problema de los estacionamientos. Los vehículos se han convertido hoy en una herramienta más de trabajo y gran parte de la población se desplaza en ellos.
Como el problema se irá agravando a medida que pasen los años, será necesario aplicar restricciones vehiculares y al mismo tiempo estimular la construcción de edificios de estacionamientos.
Además debería exigirse a las empresas que tengan un número alto de empleados proporcionar a sus trabajadores un lugar donde estacionar, lo mismo que en el sector público.
Mientras no se busquen soluciones definitivas el estacionarse será un calvario de todos los días, los conductores seguirán cometiendo infracciones y los inspectores municipales y carabineros no darán abasto a tantas irregularidades.