Ante los últimos acontecimientos en torno a la soberanía sobre el triángulo terrestre entre Chile y Perú, es imprescindible hacer una apreciación que supere los argumentos nacionalistas que invisibilizan la objetividad.

El artículo 2 del Tratado de 1929 determinó, además de la posesión soberana de Tacna para Perú y de Arica para Chile, que la frontera terrestre partiría desde un punto de la costa que se denominará 'Concordia', distante a diez kilómetros al norte del puente del Río Lluta. En el artículo 3 se estableció que la línea divisoria sería fijada por una Comisión Mixta, que se encargaría de instalar hitos demarcadores.

Ambos países iniciaron las discusiones respectivas, estableciendo con claridad que la frontera terrestre entre ambos Estados parte desde el mar. En consecuencia, ésta comienza en el Punto 266 y no en el Hito N°1, como postula La Moneda.

Esta aseveración se refuerza en el análisis de distintos párrafos de la sentencia que emitió la Corte Internacional respecto al diferendo marítimo entre Perú y Chile, especialmente el párrafo 175 en el que el Alto Tribunal señaló que la frontera marítima que comienza en el Hito N°1 podría perfectamente no coincidir con el comienzo de la frontera terrestre, no pronunciándose expresamente sobre el comienzo mismo de ésta, debido a que no tiene la competencia.

Entendiendo que este tema era sabido, es inconcebible que la Cancillería chilena no adoptara mecanismos diplomáticos tempranos, que podrían haber desactivado la declaración de soberanía que hizo Ollanta Humala sobre el territorio en cuestión.

La ausencia de una adecuada visión negociadora de nuestra parte, contribuyó a que las políticas emitidas por el Palacio de Miraflores incentivaran a los movimientos nacionalistas peruanos, que ahora legitiman sus reivindicaciones no sólo en su visión de la historia, sino también en el derecho interno.

Con el surgimiento del Calama Plus, que ha reunido a gran parte de los proyectos que se pretenden desarrollar en la ciudad, más la elaboración de iniciativas que desarrolla el municipio, sumado al aporte de las carteras ministeriales, como ciudadanos podemos ver que hay un sinnúmero de iniciativas que se pretenden implementar para el desarrollo de esta comuna.

Pero siempre queda la sensación de que hay buenas intenciones, pero con una lenta y casi nula materialización de ellos. Por nombrar algunos, están el histórico anhelo de construir un polo de desarrollo en la exfinca San Juan, hoy al menos urbanizada, pero que sigue siendo un sitio eriazo en medio de la ciudad. Otro viejo proyecto es el del Borde río, que como muchos, avanza sólo en diseños y proyectos en el papel, pero que de recursos o de implementación de obras no hay indicios de nada.

Esa es la realidad que perciben los habitantes del Loa, por lo que al anuncio de la llegada de profesionales de apoyo técnico que trabajarán junto al municipio para impulsar las diferentes iniciativas que están en alguna carpeta, enciende la posibilidad de que ahora puedan reactivarse varias iniciativas.

El subsecretario del Desarrollo comprometió además los recursos a partir del 2016 y que de acuerdo a lo informado por el alcalde tienen proyectos por 130 mil millones de pesos, de los cuales nueve están priorizados.

Además se espera que los proyectos que trabaja el Calama Plus puedan concretarse en el mediano plazo y también ser incorporados.

Son tantas las necesidades de esta ciudad, que muchas veces pareciera que los recursos son pocos, pero también hay que reconocer que hay cambios, como el nuevo aeropuerto y el estadio que están a las puertas de ser inaugurados. Le seguirán los parques Granaderos y Perirubano y la primera etapa de la avenida Balmaceda.

Todo lo que permita dar pasos para avanzar con la larga lista de proyectos, siempre serán bienvenidos para una ciudad que recién empieza a transformarse y a notar positivos cambios.