'Pasto, pasto, pasto caserita', pregonaba diariamente Nora Molina, ofreciendo atados de alfalfa para los animales desde la entrada de Calama hasta las poblaciones Independencia y O'Higgins, cuenta esta octogenaria agricultora calameña. Oriunda de la zona, mantiene viva las tradiciones y costumbres que heredó de sus abuelos que la educaron y criaron en San Pedro de Atacama, celebrando todos los años carnavales en un patio amplio que tiene en su casa en La Banda alrededor de construcciones modernas.
'Toca, toca, tu cajita, llena de harina (…) que esa muchacha bonita, yo la quisiera alcanzar', comienza a cantar la señora, con el sonsonete característico de la cueca carnavalera que endulza los oídos de los atacameños cada verano. Inmediatamente sus ojos se humedecen de una tristeza mezclada con alegría que la transporta a esos años en que la agricultura era más generosa y repartía sus productos en carreta por la ciudad.
Hoy, con nostalgia Nora Molina se pregunta qué pasará con esta actividad que da vida a productos que desde los primeros habitantes atacameños se consumen y forman parte de diferentes hábitos propios de este pueblo. La superficie es cada vez más reducida, trayendo de por sí la preocupación de qué quedará para las futuras generaciones que ven prosperidad en otras actividades, olvidando los múltiples beneficios medioambientales, de alimentación y conservación de las tradiciones que proporciona la tierra.
tierra y sus tradiciones
Paradojal o al menos contradictorio es que las personas prefieran los productos del campo y frente a ellos mismos exista desinterés por trabajar la tierra y la agricultura del desierto. Un comercial en la televisión presentaba a un niño que daba por sentado que los huevos provenían de los supermercados y no eran asociados o vinculados al campo y mucho menos a las gallinas.
Hacia dónde nos conduce la modernidad, invisibilizando la actividad que dio vida y origen a esta tierra rica en costumbres guardada en las personas de más edad, quienes son los que mantienen viva la tradición.
Hermes Rodríguez, nació en Peine en 1938, cuando el pueblo veía soplar el viento y se revolucionaba ante la presencia de algún vehículo. Desde allí se proyectó, haciendo carrera en la minería para hoy vivir junto a su señora en un terreno en el sector La Banda, rodeado de caballos, vacas, corderos, gallinas, conejos y cultivos, como fuera su niñez en su pueblo que lo vio crecer y soñar.
Este bandeño con una enorme satisfacción cuenta cómo junto a su hijo obtuvieron un segundo lugar en un rodeo hace un par de años, mientras muestra a sus caballos Retaco y Remanso. Parece increíble pero a escasos metros de la ciudad, se respira y huele otro aire, como dibujado por pajaritos y adornado por animales que a más de un niño sacarían una sonrisa de admiración y encanto.
'Desde Peine traía la idea de la agricultura que desde los siete años mis padres me enseñaron alimentando a los animales', afirma Rodríguez. Es más, señala 'para mí ahora el trabajo de campo es muy pesado, pero me gusta y le voy a hacer empeño hasta dónde pueda', argumenta con firmeza.
Poco a poco se está haciendo más patente y claro los ejemplos de emprendimiento y esfuerzo agrícola en que el sustento familiar provenga exclusivamente de la tierra y sus bondadosos productos, ofreciendo nuevas alternativas de ocupación laboral. Rentabilidades en cultivos de quínoa en Chiu Chiu, ajos riograndeños, vides toconares, zanahorias y otros cultivos se abren espacio, ampliando las fronteras de desarrollo regional en una zona eminentemente minera que necesita alimentar a su población permanente y flotante, diversa y cada vez más extranjera.
Los desafíos
El ministerio de Agricultura aplica diversos programas para mantener viva la tradición agrícola guardada y atesorada en los diferentes puntos del país, en altura, cercano al mar y en todos sus hermosos y extensos valles. En lo que respecta a Calama y en convenio con la municipalidad apoyan a cientos de agricultores a mantener sus costumbres, productos típicos, sabores y aromas propios por medio de diferentes programas e instrumentos de fomento de desarrollo agrario.
Hace unos meses se incorporó al Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de Calama, Andrea Chocobar, quien por más de una década se perfeccionó y estudió en México, volviendo a la tierra que la trajo al mundo. Fue desde esta experiencia que comentó que el maíz local, presenta unas características de resistencia, crecimiento y desarrollo en circunstancias extremas que la hacen una variedad única, que además se produce en altura.
Un trabajo que el agricultor de Chunchuri Bajo, Rufino Barbosa viene por años conservando por medio de doce variedades de semillas que mantiene el mismo vigor y dulzor que sólo el desierto de Atacama le puede dar, ya que la misma semilla sembrada en otro lugar no tiene los mismos resultados, sentenció.
Con todo esto, no queda más que recordar la importancia y relevancia que diversos actores han tenido en la preservación y conservación del oasis de Calama, puesto que de esta manera se podrá conservar los olores, sabores y aromas de los productos que por siglos viene cultivando el pueblo atacameño en el desierto más árido del planeta.
Una situación que la Asociación de Agricultores de Calama, Indap y otros organismos e instituciones vienen manifestando en pos de resaltar los beneficios medioambientales, de alimentación y conservación del patrimonio cultural atacameño. El director regional (s) de Indap, Luis Berna, recordó que los diferentes instrumentos de la institución apoyan directa e indirectamente a la conservación del oasis, que durante esta fecha del año en la región se hace patente, por medio de los incentivos de suelos degradados.
Indap en la región de Antofagasta realiza sus intervenciones con pertinencia cultural y sin alterar el patrimonio cultural y la ancestralidad del mundo atacameño, manteniendo la piedra en las construcciones de los canales, terrazas y muretes. Un compromiso con las comunidades indígenas de un Indap cercano, participativo e inclusivo que se encuentra elaborando su plan estratégico 2014- 2018, dando espacio a todos y todas que luchan para ver a Chile como potencia agrícola y alimentaria.
2 millones 600 mil
63 por ciento
37 por ciento