El Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) está preocupado de la formación de ciudadanos responsables e informados en temas como el endeudamiento, presupuesto familiar y el uso responsable el dinero.

Es por ello, que la institución ha impulsado diferentes iniciativas en esta materia para que los consumidores estén informados de sus derechos y deberes.

En este sentido, el Servicio ha sido pionero en implementar un Programa Escolar de Educación Financiera en distintos colegios del país, y nos importa que ellos posteriormente tomen decisiones responsables frente al consumo.

Asimismo, el Sernac lanzó, por estos días, el primer concurso de Educación Financiera, destinado a estudiantes de enseñanza media, y que busca que los jóvenes diseñen e implementen iniciativas orientadas al ahorro que sean creativas y replicables en otros espacios de participación.

Este proyecto llamado "Al Chancho", como sinónimo de ahorro, se trata de un concurso orientado a estudiantes de colegios municipales y particulares subvencionados, en el cual podrán participar iniciativas individuales o grupales.

Como institución creemos que la educación en el ámbito financiero es fundamental, por cuanto se pueden obtener resultados positivos desde las primeras etapas de la vida escolar, por ello, queremos enseñar a nuestros niños y niñas a ser consumidores responsables, sustentables y sostenibles.

Ellos son quienes tendrán que enfrentar un mundo donde las finanzas se tornan cada vez más complejas.

Son ellos quienes deben tener la oportunidad que muchos de sus padres no tuvieron: poder comprender debidamente lo que firman, las deudas que contraen, los compromisos que adoptan y, sobre todo, los riesgos financieros a los que se exponen.

La relación entre el Estado y los pueblos originarios desde sus inicios ha sido tensa, porque principalmente nació en un clima de colonización y de avasallamiento que venía implantándose desde la conquista española, pero que no cambió mucho con la instauración de la república. Desde esos tiempos los habitantes ancestrales de este largo territorio se sienten vulnerados y sin el debido respeto a lo que de tiempos inmemorables habían logrado.

De allí que hoy los puntos de vista de país, de territorialidad y de progreso sean muy diferentes.

El efectivo desarrollo pasa por el reconocimiento a las comunidades originarias. Realidad que entendieron en los países más desarrollados y que significó una nueva forma de relacionarse, un nuevo trato y por supuesto mayor respeto a los derechos de las comunidades indígenas.

Nuestro país está recién entendiendo esa condicionante y busca un acercamiento a través de la creación de un ministerio de Cultura y Patrimonio que englobe los parámetros necesarios para entablar un diálogo franco y abierto con los pueblos ancestrales. Todo en un clima de confianza que hoy no existe. Para romper ese hielo es que se buscó el método de la consulta, en la que estas minorías tengan la posibilidad de plantear los temas que desean resolver y cómo deberían implementarse.

Hay dudas, pero también hay ganas de participar. De aceptar esta apertura estatal y de exigir certezas para que el próximo escenario de trabajo sea distinto. Uno en el que haya mayor colaboración, integración y respeto.

Este es el paso previo a un sistema distinto. Uno que deberá contener aspectos que vayan perfilando a Chile como un país respetuoso de la herencia de sus primeros habitantes. Muchos apuestan a la calidad de un Estado plurinacional con mayor autonomía, incluso de autogobierno de los indígenas.

Hacia allá se avanza, fijando la vista en modelos que tuvieron una génesis similar y que partió con un perdón y reivindicaciones. Algo que aún no lo vemos pero que está cerca, porque hoy más que nunca se hace necesario.