Poético al hablar y profundo en sus pensamientos, Osvaldo Rojas nos recibe para esta entrevista en el Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama, su segunda casa. De manera autodidacta y con una profunda convicción ha puesto en marcha dos museos, en Calama y en Lasana y ha escrito libros básicos dedicados a los estudiantes en torno al arte rupestre y tradiciones orales (cuentos y leyendas) y otros en el ámbito científico junto a investigadores.
El 2009 fue galardonado con la Mazorca de Oro y el 2010 con el Sello Bicentenario. Pero más allá de los reconocimientos, Rojas sigue trabajando por conservar las raíces de esta tierra, las mismas que lo inspiraron a dedicar su vida a los museos.
¿Cómo nació el interés por el patrimonio local y su preservación?
Tengo la suerte que mi madre era Lickanantay. De ella heredé el profundo cariño y respeto por esta tierra generosa. En mis tiempos de niñez iba a ayudar a pastear a los valles de los pueblos de interior y recuerdo que una vez encontré una flecha. Quise recoger el mensaje que esa flecha guardaba. Yo sabía porque me lo habían contado los abuelos, que eran de nuestros antiguos antepasados y de ese suceso quise entender de manera más profunda la historia de mi pueblo. Recibí un soplo de viento en la cara y ahí estaban las respuestas. En mi entorno. Así comenzó a desarrollar esta necesidad de conocimiento que no ha parado hasta el día de hoy.
Pero ¿cómo pasó del interés a formar el museo?
Cuando uno toma las flechas en sus manos o mira el cántaro roto que está dormido, uno quiere que esas maravillosas cosas que nos entrega la historia del hombre se compartan. Me di cuenta que la única forma era a través de un museo y me lancé a la tarea de ubicar un edificio antiguo que hubiera en Calama que me lo pudieran ceder para montar un museo. Esto fue el 1997. Quien se la jugó fue un profesor a cargo de la dirección de la corporación, Ricardo Sánchez Ríos y el alcalde en esos años Edwin Rowe Molina. Ellos me permitieron emplazar el museo y traer las colecciones que había juntado, muchas de ellas cosas que me habían regalado mis paisanos en los pueblos.
No conforme con crear este museo, necesitaba hacer algo en el pueblo que me vio nacer: Lasana. Decidí levantar un museo indígena también allá, único en el país porque es nacido desde las propia cultura.
¿Qué ha sido lo más difícil de desarrollar en todo este proceso?.
En estos procesos generalmente se cuenta con pocos recursos pero con una profunda convicción.
Pero hoy que contamos con el total apoyo del municipio de Calama y la Corporación. Yo creo en los museos que son los guardianes de la memoria colectiva de la comunidad. Aquí está la historia de la gente de Calama. Ningún calameño que nos visita sale indiferente, siempre encuentran algún recuerdo. Salen con una visión distinta que les explica la importancia de la conservación de estas herencias ancestrales.
¿Cómo ha ido creciendo el museo?
Hemos ido desarrollando distintas materias basado en las colecciones que siempre hemos tenido, porque el museo no excava, apoya y participa en determinados estudios. En las bodegas de los museos hay tanto material por estudiar que ya no es necesario en algunas instancias ir al campo a seguir excavando.
Estimamos hay en exposición un 75%, 80% del material total. Lo que está en bodega es material de estudio, más relacionado con el campo de la paleontología.
¿Cómo evalúa la conciencia social entorno al material arqueológico?
Años atrás había piezas que se perdían en los museos, sitios que se destruían y nadie decía nada ni nadie se daba cuenta. Ahora nos damos cuenta si en un museo se pierden piezas, sale en la prensa, la gente opina, se pone el tema en la contingencia nacional. Eso significa que hemos avanzado, antes ni siquiera era tema.
¿Cuáles son los próximos proyectos del museo?
Estamos desarrollando estudios en el campo de los geoglifos. Estamos convencidos que hay manifestaciones precolombinas en el desierto que deben ser conocidas, resguardadas y registradas. En materia paleontológica estamos trabajando en reptiles marinos del periodo jurásico que se han encontrado en las cercanías de Calama.