Detrás de nuestras apariencias, detrás de lo que mostramos todos los días, detrás de nuestras creencias y principios, hay escondido un "pequeño diablo" que nos aconseja mal. Vemos a un herido en el camino, sentimos compasión y deseos de ayudarlo. Pero el "pequeño diablo" nos sugiere mil razones para pasar de largo.

Queremos ser honrados en nuestros negocios y ser justos en nuestras relaciones humanas. Esto lo declaramos y lo decimos con mucha fuerza. Pero el "pequeño diablo" nos abre la ventana para una trampita, "sólo una vez", insinúa para convencer.

Reconocemos que la honra de las personas merece tanto respeto como un santuario. Pero el "pequeño diablo", hace aflorar en nosotros la crítica mal intencionada, la palabra que descalifica o el ácido comentario, sobre todo cuando un grupo nos escucha con avidez.

Hacemos hermosas declaraciones sobre la sagrada dignidad de las personas. Pero el "pequeño diablo" nos lleva a descalificar de tal manera, que lanzamos todo nuestro arsenal destructivo sobre los demás.

El "pequeño" diablo es peor que el "grande". El pequeño tiene un rostro casi de inocente, de pícaro, de humorístico, de simpático. Pero es temible.

El pequeño diablo distorsiona lo cotidiano, nos desubica en los valores, relativiza todas las cosas. No se deja guiar por lo ético. Por el contrario, las ridiculiza o las muestra como ingenuas o atrasadas. El pequeño diablo quiere aparecer como realista, aterrizado, concreto, moderno, progresista y audaz.

Sucede que el pequeño diablo autoriza la infidelidad matrimonial como una "aventura" o "una canita al aire". O permite el robo "inteligente" en el supermercado. O la mentira "piadosa" en la oficina. O el deseo de venganza dándole el nombre de una virtud: "la justicia".

El "pequeño diablo" es astuto. Argumenta. Busca. Hace relucir nuestras oscuridades dándoles una brillante apariencia- Tuerce el sentido de las palabras más sagradas. Al bien lo presenta como el mal. Al mal procura mostrarlo como bien. ¡Es como para tener cuidado de él! ¡ Y sobre todo para no dejarnos sorprender por argucias!