Cobreloa termina su peor año con goleada frente a "los diablos rojos"
acorta distancia. El cuadro minero se sobrepuso a las bajas y mostró en noventa minutos todos los aciertos que no tuvo en la temporada. Los "zorros" no lograron salir de la zona de descenso.
Fue una sensación extraña la vivida por los hinchas de Cobreloa en el partido que cerró el torneo ante Ñublense en casa. Porque pese a la euforia, la rabia fue evidente y se hizo notar en la salida del técnico y los dos directivos -Luis Astorga y Sebastián Vivaldi- que dieron la cara en el recinto.
Sin embargo, el reconocimiento fue para los jugadores. Porque más allá de los ripios e inseguridades que este equipo arrastra por su paupérrima campaña, hubo un aire distinto. Se apreció sacrificio, disimulando la imagen de equipo entregado en las últimas tres fechas anteriores.
Y este Cobreloa con más alma que fútbol terminó convenciendo. Ya en el minuto 17, un pase largo de Diego Silva buscando a Jair Reinoso mostró la idea. El colombiano, en lo suyo, generó peligro desde el inicio y en esa ocasión le pivoteó un balón a José Luis Jiménez. Su remate mordido lo desvía Frascarelli al córner.
Había ímpetu. Y en la jugada siguiente, tras el córner de Cristaldo le queda a Eric Ahumada y el portero Frascarelli comienza a convertirse en figura al sacarle el cabezazo. Pero esa presión tuvo premio a los '25, cuando un cambio de frente buscando la proyección de Cristaldo encontró al paraguayo empalmando un balón a la entrada del área. Golazo para el uno a cero.
Todo era dominio hasta que en una jugada intrascendente, el zaguero José Rojas aprovechó un centro de Vásquez para desviar con un cabezazo y empatar el partido en los descuentos de la primera parte. Se pensó lo peor y con justa razón. Las desconcentraciones volvían a jugarle en contra a los naranjas. Pero está vez, el destino tenía preparada más sonrisas que llanto.
contundencia
Todo lo malo en jornadas anteriores esta vez se revirtió inesperadamente. Porque la dolorosa paridad le dio más orden y protagonismo a Ñublense. Pero cuando mejor jugaba el forastero cayó la seguidilla de goles loínos.
Primero con un cabezazo de José Pérez, quien dejó la posición de volante de corte y con funciones más ofensivas se convirtió en figuras trascendental. Corrían los '78.
Seis minutos más tarde, José Luis Jiménez desató el mejor momento del equipo en meses. Con una corrida por derecha dejó atrás a Pozo y sacó un derechazo inatajable para el golero chillanejo. Y allí, todos "los zorros" corrieron a abrazarse frente a la tribuna.
"Fue el mejor desahogo, que no quiere decir que uno se olvide de lo que pasó en el semestre sino que nos vino a decir que esta vez no nos iban a remontar, que no nos volvería a pasar eso de irnos con la amargura de siempre", comentó "Guachupé" a la salida de camarines.
Para la anécdota los dos penales sobre el final de Diego Silva para los mineros y Sebastián Varas para Ñublense. El triunfo acortó la brecha y dejó a los locales con la sensación de que sí se puede revertir la condena que muchos le cargan en la mochila, la de candidato fijo a perder la categoría.
"Que todo esto sirva, no nos vamos a ir felices por ganar un partido. Pero hoy demostramos que sí se puede. Y eso es lo que debe perdurar, con los que quieran estar. Nadie nos va a regalar nada pero vamos a lucharla porque este club se tiene que salvar", dijo el capitán Diego Silva. Una arenga que resume todo un año.