Cómo prevenir accidentes en piscinas y playas
motivos. Acciones imprudentes o no tomar las medidas de prevención aconsejadas, son la principales causantes de lesiones en las personas.
La época estival es una invitación a la diversión y al disfrute de la vida al aire libre, especialmente en playas, ríos y también en las piscinas. No obstante, un mal piquero o una acción imprudente en algunos de estos lugares puede causar daños motores o lesiones cerebrales que derivan en alguna discapacidad permanente, convirtiendo las vacaciones en una pesadilla familiar.
Por ello, los especialistas llaman a la prevención porque muchos de los accidentes se pueden evitar tomando mínimas precauciones.
En Chile, hay más de dos millones de personas con algún tipo de discapacidad y se estima que casi el 8% de ellas ha sufrido algún tipo de accidente. Sólo los institutos Teletón reciben unos 15 a 20 casos al año derivados de accidentes en piscinas, playas o ríos.
El director regional de Teletón Calama, Patricio Gaete, señala que "más allá de los números, lo importante es considerar que un mal piquero o un episodio de asfixia por inmersión, puede cambiar la vida de una persona y su familia".
Explica que un mal piquero puede producir lesiones en la columna que pueden derivar en paraplejia (parálisis de la parte inferior del cuerpo) y cuadraplejia (parálisis total o parcial de brazos y piernas) o pérdida parcial de la movilidad. Igualmente las lesiones en la cabeza pueden generar daño cerebral, pérdida de habilidades motoras, problemas de lenguaje, entre otras. Por su parte, la asfixia por inmersión puede producir daño neurológico.
Por eso, según el profesional, "la recomendación es bien simple: no tirarse piqueros", pues se trata de accidentes que a diferencia de otros, se pueden prevenir.
Agrega que es relevante nunca dejar solos a los niños alrededor de la piscina y tener una reja de al menos un metro y medio de altura. En el caso de los adultos, nunca bañarse bajo los efectos del alcohol, no correr alrededor de la piscina, no ejecutar juegos bruscos dentro del agua, no tirarse clavados desde la altura.
Además recomienda que si la persona ya se accidentó, los importante es no moverlo hasta inmovilizar el cuello por si se ha producido una fractura. Siempre moverlo en bloque entre varias personas y tranquilizarlo hasta que llegue la ayuda.
Natación para bebés
Una de los episodios más traumáticos es cuando la víctima de inmersión es un bebé. Y es habitual que cada año cuando llega el verano se comience a hablar del tema de la seguridad y las mejores condiciones para que los niños aprendan a nadar.
Recomendaciones
Marisa Traverso, académica y profesora de Educación Física de la Universidad San Sebastián, comenta que "desde el punto de vista motor, las actividades acuáticas permiten a los niños explorar movimientos con bastante libertad, lo que les reporta mucho placer y va contribuyendo a su desarrollo neuromuscular y social".
De acuerdo a la académica es importante que los padres sepan diferenciar entre la matronatación o natación para bebés y la natación para menores. "La primera consiste en que los padres se introducen en la agua con su guagua y siguen las instrucciones de un profesor. Esta relación uno a uno favorece el vínculo afectivo materno o paterno con el bebé, estimula el apetito, favorece el sueño y la relajación, favorece un desarrollo temprano de habilidades motoras, estimula los sistemas cardiorrespiratorio y circulatorio, entre otros".
La edad de inicio varía dependiendo de la condición de salud del niño, pero en términos generales se puede desarrollar a partir de los 6 a 8 meses, cuando el bebé tiene ya desarrollado su sistema inmunológico y para realizarlo los padres deben contar con la autorización del pediatra.
En tanto, la natación para menores son clases en grupos o individuales, recomendables a niños entre 4 y 5 años que ya han asistido a jardines infantiles, de manera que están familiarizados con acatar normas y comprender instrucciones.
"En estos niveles de iniciación se espera que los niños logren aprender los rudimentos básicos de la natación, como es hundirse sin tragar agua reteniendo o botando el aire abajo, flotar de frente y de espalda, lanzarse del borde, cruzar una piscina de un par de metros, desplazarse con seguridad moviendo brazos y piernas aunque sin mucho estilo, pero con seguridad", comenta Marisa Traverso.
Que los niños aprendan a nadar contribuye a su autoestima, les brinda autoconfianza y seguridad, mejora la concentración y favorece el desarrollo de la orientación temporo-espacial y el esquema corporal, aspectos que están relacionados con el aprendizaje escolar.
Otro punto importante es que en Chile dentro de las muertes accidentales, las por inmersión representan la primera causa en niños entre 1 y 4 años y la segunda en menores de 14 años.
De acuerdo a la académica y profesora de Educación Física de la Universidad San Sebastián "una caída accidental a una piscina representa un momento traumático, por lo que en niños pequeños el haber realizado clases de natación podría permitir (dependiendo la edad, situación y características) el acercarse al borde o resistir un par de minutos mientras llega ayuda".
Sin embargo, no es suficiente con que el menor haya realizado algunas clases de natación, ya que una caída accidental genera gran angustia en los menores, por lo que se deben extremar las medidas de seguridad.
Las piscinas deben contar, en especial en las casas, con rejas altas y barrotes anchos. Además, no se debe dejar juguetes que llamen la atención ni elementos en el jardín que puedan ser arrastrados y permitirles burlar el cerco.
"También es recomendable el uso permanente de chaleco salvavidas y en el mercado existe una serie de implementos de seguridad como alarmas y lonas, pero la educación y la supervisión permanente son esenciales", comenta la profesora.
No correr por el borde de la piscina.
No bañarse en lugares prohibidos o cuando se indique bandera roja.
No bañarse en zonas establecidas para deportes acuáticos o de navegación.
No bañarse bajo los efectos del alcohol.
No tirarse piqueros.
Evitar juegos bruscos en playas y piscinas.
Evitar realizar saltos desde alturas como árboles, miradores, roqueríos, etc.
Usar chalecos salvavidas durante la navegación.
Los niños siempre deben estar acompañados por una persona adulta en playas y piscinas.
Instalar rejas o protecciones alrededor de las piscinas para controlar el ingreso de los niños.
No mover al accidentado hasta inmovilizar el cuello. Si esta inconsciente asumir que puede tener fractura cervical hasta que se demuestre lo contrario.
Siempre moverlo en bloque entre varias personas.
Tranquilizarlo acompañándolo.
Darle la información relevante. Es decir, qué se está haciendo, dónde irá etc. No corresponde emitir opiniones de diagnóstico al paciente en ese momento.