El legado de Galeano
El escritor uruguayo Eduardo Galeano inició su actividad intelectual a comienzos de los '70, cuando adquiere fama con su clásico ensayo "La venas abiertas de América Latina" (1971). Su obra se consolida con Memorias del fuego (1982), luego con "El libro de los abrazos" (1989), y su remate final es con propuestas como "Los hijos de los días" (2011) y "Mujeres, Antología" (2015).
Sus postulados suscitaron el respaldo de sus seguidores y el rechazo de sus detractores. Es innegable que, tanto sus ideas como su estatura intelectual; su particular forma de entender el compromiso con la cultura latinoamericana y con su entorno social; y su manera de entender la economía, nunca pasaron por alto ante la comunidad internacional.
Galeano fue un hombre polémico que supo usar su espíritu crítico como plataforma, a través de un punzante lenguaje que dio satisfacción a sus admiradores y provocó respuestas en quienes no compartían sus ideas. Su vida intelectual y política será recordada como la obra de un latinoamericano que defendió su manera de entender la vida política e intelectual del continente.
Desde el mismo lado de la calle, persistirán las ideas de Gabriel García Márquez, o como lo hizo desde la vereda de enfrente, las reflexiones de Octavio Paz. Tal como ocurre actualmente con Mario Vargas Llosa, quien, al enterarse de la muerte de Galeano, de inmediato manifestó su opinión, declarando que respetó al escritor y ratifica que no compartió sus ideas políticas. De todas maneras, considera que es una gran pérdida para el mundo intelectual del continente.
Para evaluar la obra de Galeano, sería interesante retomar el ejemplo cervantino al que acudió en su momento, el también intelectual uruguayo, Emir Rodríguez Monegal, para explicar el constante desacuerdo que entre los críticos suscitaba la obra narrativa de Juan Rulfo.
Siguiendo la reflexión de Rodríguez, podríamos decir que para muchos el legado de Galeano será siempre un "yelmo de Mambrino", mientras que otros verán allí sólo una "bacía" de barbero. Interesantes serán las lecturas donde se descubra que la obra de Eduardo Galeano responde a una dimensión que podría ser calificada como "baciyelmo".