Cuidar la voz, hábito necesario y útil, pero que muy pocos cumplen
DATO. El 5% de la población mundial ve afectada su principal herramienta de comunicación, debido a una serie de alteraciones. ¿Qué hacer para mantener una voz saludable?
La voz es el instrumento de comunicación que más utilizan los seres humanos. Es al mismo tiempo una herramienta de trabajo para miles de personas y representa una forma de expresión distintiva e incluso estética, que permite a cada individuo diferenciarse de los otros.
Sin embargo, no siempre somos conscientes de su importancia, de cómo ésta funciona y de la necesidad que tenemos de cuidarla. A tal punto que -a nivel mundial- se estima que el cinco por ciento de la población sufre alteraciones de la voz que requieren la atención de un especialista.
En Chile no hay investigaciones recientes sobre el tema, pero según la Asociación Chilena de Seguridad, sus trastornos suelen afectar en mayor proporción a profesionales que hacen uso diario de ella, en especial los profesores. De hecho, un análisis efectuado por dicha institución reveló que el 75% de las maestros de enseñanza básica y media de nuestro país presenta disfonías y laringopatías de manera habitual, como consecuencia del desgaste que sufren sus cuerdas vocales después de hablar, en promedio, unas ocho horas seguidas ante numerosos grupos de alumnos.
Quienes también se ven expuestos a problemas similares son los vendedores de ferias libres y, en menor medida, los llamados "artistas de la voz". A saber, locutores y cantantes.
Las alteraciones de la voz se suelen manifestar en su inicio como ronquera, carraspera, soplocidad y/o aspereza de garganta. En cuadros más avanzados se puede perder la voz completamente (afonía) o sufrir de dolor intenso al hablar.
Las mujeres son más propensas que los hombres a padecer trastornos de voz, ya que sus cuerdas vocales son más delgadas, de menor tamaño y porque, además, ellas suelen presentar índices más altos de ansiedad, factor que resulta determinante en la aparición de alteraciones vocales.
"Las personas que utilizan su voz para desempeñar a diario funciones específicas y que no manejan técnicas básicas o no han tenido entrenamiento, están mucho más expuestas a sufrir problemas en sus cuerdas vocales, como resultado de forzar la voz, gritar y/o hablar en forma constante realizando esfuerzos musculares inadecuados. En lo habitual solo se trata de disfonías musculotensionales, que de persistir se pueden complejizar y derivar en la aparición de nódulos por ejemplo, ya que existen más patologías que derivan de una disfonía por tensión", explica la fonoaudióloga Soledad Correa Forno, diplomada en manejo fonoaudiológico de voz cantada y profesora de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad de Valparaíso.
Buenos y malos hábitos
La voz humana es el sonido producido por la vibración de las cuerdas vocales, que se abren y cierran gracias al paso del aire proveniente de los pulmones que circula por la laringe.
Su mal uso o abuso puede desencadenar una serie de anomalías, que se clasifican en funcionales, orgánico-funcionales y orgánicas.
Las primeras corresponden a alteraciones vocales por un uso muscular excesivo e inadecuado, las segundas derivan de las funcionales cuando, por este mal uso muscular, se generan lesiones a nivel de la cuerda vocal que son visibles anatómicamente. Y las orgánicas corresponden a lesiones más severas, como la parálisis o cáncer, que no se deben a un uso muscular inadecuado.
La aparición de estas anomalías dependerá de los hábitos y conductas de la persona, y de cuanto uso le dé a su voz, advierte la fonoaudióloga de la UV. "Por ejemplo, quienes hablan muchas horas seguidas sin descanso o utilizan un tono de voz y sonoridad inapropiados, son más propensos a sufrir trastornos; al igual que quienes fuman y beben en exceso, tosen o carraspean sin necesidad. También quienes enfrentan situaciones de estrés, fatiga y tensión emocional".
Cuidados
A la hora de prevenir los problemas de la voz o bien para mantener una voz sana, la especialista de la UV recomienda, entre otras cosas, beber entre seis y ocho vasos de agua por día, para mantener hidratada la laringe; proteger la garganta y las vías respiratoria de los cambios de temperatura; evitar los aires acondicionados y la calefacción, ya que resecan los ambientes; respirar por la nariz y no por la boca; utilizar ropa holgada para no dificultar la correcta respiración; modular y hablar en forma articulada; evitar fumar, beber en exceso y consumir alimentos irritantes, muy ácidos o picantes.
"Todas estas medidas nos ayudan a mantener nuestra voz sana. Sin embargo, frente a cualquier cuadro de disfonía que dure más de siete días se debe consultar al especialista, otorrino o fonoaudiólogo", sugiere Soledad Correa.