El incierto futuro de Cobreloa
Muchos se preguntan las razones de los actuales dirigentes de Cobreloa para seguir insistiendo en permanecer en la plana directiva. Será amor al club, por querer figurar, por demostrar poder ante las rencillas personales o definitivamente porque están obcecados en imponer sus ideales.
Los hinchas se cuestionan y les cuesta entender que una situación insostenible siga subsistiendo en medio de críticas y demandas judiciales.
Pero bien vale la pena intentar entender a los dirigentes. Todos han manifestado la intención por renunciar, pero llegado el momento se desentienden apelando por un lado a que el club no puede quedar acéfalo y por otro que tampoco quieren dejar en manos de sus opositores su futuro, por temor a que el daño de caer a la B sea aún mayor.
Bajo esos predicamentos insisten e insisten en hacer prevalecer sus ideas. No hay ni siquiera el más mínimo acercamiento o una apertura positiva al diálogo.
Posiciones obtusas y cerradas que han llevado a situaciones tan inexplicables como que estemos ante un hecho inédito en el balompié nacional si es que llegan dos equipos técnicos a hacerse cargo del plantel.
Esa sería "la guinda de la torta" para una gestión directiva que lejos es la peor de la historia del club. Y es que no existe explicación alguna que justifique todo lo mal y todo el daño que se ha hecho a una institución señera en el fútbol nacional.
Qué se puede esperar para el futuro. No mucho porque las posiciones están muy distantes y lo único que podría hacerlas cambiar sería un cambio en los propios dirigentes, quienes deberían autoexcluirse y entregar el poder a personas que no estén contaminados por la polémica interna y que sean capaces de sacar al club de la situación en la que se encuentra.
Pareciera que es una petición incumplible y ante ello sólo resta esperar que terminen su período, que haya nuevas elecciones y que los directivos electos puedan contar con el apoyo suficiente para reorganizar la institución. Es de esperar que no se llegue demasiado tarde.