El drama profesional y humano detrás de Zbrun y Barboza: Dos que no pueden jugar
extranjeros. Sin opciones de salir de Cobreloa, los dos futbolistas permanecen entrenando apartados del plantel y sin compartir el trabajo de sus compañeros de plantel. Piden una salida pero no aceptarán regalarse para perder dinero.
Trabajar en un ambiente tenso nunca es recomendable según los expertos. Sin embargo, dentro del fútbol es algo más común de lo que se piensa. Cambios de entrenadores, de procesos dirigenciales o rendimientos deportivos pasan la cuenta y no es tan complicado dar con jugadores que "aguantan" un contrato cuando en el club donde militan sencillamente no los quieren.
Es el caso del argentino Martín Zbrun y el uruguayo Santiago Barboza. Llegaron a principio de año junto a Ricardo Martínez -paraguayo que partió de vuelta a su país- y todos los días se visten de corto, entrenan y abandonan antes la práctica para salir del club de campo en medio de total incertidumbre. Son futbolistas, quieren jugar pero no tienen ninguna opción de hacerlo en el club que precisamente les está pagando el sueldo.
"Es una situación bien complicada. Uno es profesional y lo asume como tal porque sabe que esto puede pasar. Pero de todas formas no es cómodo venir todos los días únicamente para cumplir sabiendo que no te quieren, que no tienes cabida", dice Martín Zbrun, zaguero trasandino que en el equipo que descendió a primera B el semestre pasado jugó muy poco y hoy no es alternativa para el nuevo cuerpo técnico encabezado por César Vigevani.
"Uno sabe muy bien las reglas del juego y si viene a entrenar puntualmente todos los días es porque tiene un contrato que cumplir. El club está viendo mi tema con mi representante pero hace mucho que no sé nada sobre un eventual acuerdo, me queda la tranquilidad de que estoy con mi familia en Calama pero de todas maneras para ellos es igual de frustrante ver que uno llega todos los días sabiendo que no tiene posibilidades de desarrollarse en lo que hace", comenta Zbrun.
sin futuro
Cada mañana en el camping loíno, uno de los primeros que abandona los trabajos del equipo es el ariete uruguayo Santiago Barboza. Siempre con su mate y el termo bajo el brazo, uno dulce como confidencia. Quizás para pasar el amargor del día a día.
"Uno se frustra porque en un principio me dijeron que no me iban a considerar, después que sí. Después otra vez no estaba en los planes y a las semanas estaba trabajando con el resto y con opciones de jugar. Y ahora último, de nuevo me dicen que no me van a tener en cuenta. Entonces, por más que uno cobre un sueldo porque vive de esto se queda con las manos atadas, porque los libros de pases en otros lados están cerrándose y eso significa que te vas a quedar a cumplir un contrato sabiendo que no vas a jugar en todo un semestre. Y uno es futbolista, vive de jugar", explica el "Tato".
Tiene la misma situación de Zbrun. Partir de buenas a primeras significa renunciar a un contrato beneficioso en lo económico, por lo que eligen respetarlo. Sin embargo, sostiene que una salida justa podría arreglar la situación.
"Nosotros ya sabemos que no vamos a jugar aunque quisimos quedarnos en el club. Pero no podemos recibir la peor oferta desde el club para irnos porque también vivimos de esto. Lamentablemente no hay un acercamiento como para saber qué pasará en el futuro y por eso sólo nos queda entrenar como trabajadores de Cobreloa, mantener el estado físico y aceptar la decisión del nuevo entrenador, que uno la respeta como se debe".
Barboza asegura que "mi familia y mis amigos en Uruguay no entienden y están preocupados. Es obvio, nunca viví algo similar antes".