Experta estudia el milenario ritual atacameño del consumo de ciertas sustancias alucinógenas
Investigación. La doctora Helena Horta, académica del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige de la Universidad Católica del Norte, explica la relación entre los habitantes del área atacameña y el polvo del cebil.
En todos los cementerios prehispánicos de San Pedro de Atacama se encuentran objetos relacionados con el consumo de alucinógenos, lo que da a entender que esta fue una práctica ritual muy extendida en tiempos prehispánicos. Una de las dudas actuales entre los investigadores es si aparte de su carácter ritual, poseer algún objeto de la parafernalia alucinógena tenía una connotación de estatus social.
La académica del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R.P. Gustavo Le Paige de la Universidad Católica del Norte en San Pedro de Atacama, doctora Helena Horta, desde la década del 90 se ha dedicado a la investigación de la organización social, la religión y la cosmovisión de la cultura prehispánica de los pueblos del Norte Grande. Entre las costumbres que ha estudiado está justamente la práctica alucinógena que se extendió desde la costa del Pacífico hasta el noroeste argentino.
Helena Horta es una de los investigadores que participa del ciclo de charlas que se está realizando en el museo mencionado. Su ponencia, sobre los alucinógenos y los objetos que se ocupaban para su consumo ritual, tuvo tan buena acogida que le solicitaron repetirla el 5 de agosto.
¿Qué tipo de drogas se usaban y con qué fines?
Anadenanthera colubrina var cebil
La utilización de este alucinógeno tenía un fin religioso. Era parte de la esencia misma de la religión prehispánica del área atacameña, aunque habría que considerar una extensión más amplia hacia lo que llamamos el área circumpuneña, entendiéndose por ésta la vertiente occidental y oriental de la cordillera de Los Andes a la altura del trópico de Capricornio, desde el Océano Pacífico hasta la quebrada de Humahuaca.
La religión era chamánica, lo cual quiere decir que el chamán u oficiante del rito, el conocedor de las costumbres, necesitaba un componente alucinógeno fuerte que le permitiera traspasar la realidad y entrar a una dimensión diferente, a lo que se conoce como trance chamánico. Con el fin de establecer contacto con lo sobrenatural, con los antepasados deidificados, los que según sus creencias también tenían poder sobre los fenómenos climáticos. Es una relación de reciprocidad importante entre comunidad humana y los dioses que la protegen. Si yo respeto al culto y los antepasados, estos se van a preocupar por el bienestar de toda la comunidad.
¿La utilización era sólo por parte del chamán o el resto del pueblo también tenía acceso?
-Eso es actualmente tema de investigación, no está totalmente dilucidado. Hay ciertos cementerios en el Salar de Atacama y concretamente en San Pedro de Atacama que presentan hasta un 20 o 25% de frecuencia con algún implemento del complejo alucinógeno. Tenemos que entender que la parafernalia está compuesta por 6 ó 7 objetos diferentes, generalmente de madera. Los más importantes son la tableta, donde se depositaba el polvo, y el tubo para inhalar, pero también hay una serie de instrumentos muy refinados y sofisticados componiendo esta parafernalia.
Que sean tan refinados, con toda esa artesanía, ¿da a entender que eran objetos muy valiosos?
-Muy valiosos, eran verdaderas reliquias. Tenemos casos en que se han transmitido por dos o tres siglos las tabletas. El clima permitía la conservación de los objetos de madera y eran protegidos y transmitidos de generación en generación. También contamos con casos de reutilización de tabletas, se limaba una parte rota y no importaba que no estuviera la figura originalmente tallada, se seguía utilizando.
¿Esta utilización se extendió a otros pueblos con los que los atacameños tenían contacto, como los changos?
-Es muy probable. En este amplio periodo que va del 300 d. C. hasta el período colonial temprano, que es cuando desaparece irremediablemente la práctica, debemos considerar que la población del interior estaba conectada estrechamente con la gente de la costa. Se han encontrado tabletas para inhalar en tumbas de los mal llamados changos (este es un nombre muy genérico que no distingue diferencias entre las poblaciones de la costa), pero la mayor densidad de los hallazgos es en el Salar de Atacama.
¿Y cuándo desaparece la utilización de alucinógenos?
-Desaparece en tiempos posthispánicos por la dificultad de aprovisionamiento. El cebil era importado desde el noroeste argentino y estaba sustentado por una red de intercambio que debido al trabajo impuesto por el mercado colonial, desaparece. La red estaba basada en relaciones de parentesco y alianzas de larga data. Para el tiempo colonial temprano ya desaparece la inhalación. Un caso interesante es que en el siglo XVII se conservaban aún tabletas- según un documento histórico de 1674-, pero ya no eran utilizadas para inhalar cebil.
¿Hubo presiones por parte de los españoles hacia los indígenas para que no utilizaran más alucinógenos, por temas religiosos?
-Por supuesto, las sucesivas campañas de idolatría que se organizaron a partir del siglo XVI fueron en aumento y terminaron por erradicar definitivamente estos objetos. Los españoles se dan cuenta dentro de su visión evangelizadora que hay que destruir los ídolos, como ellos les llamaban. Pero esos ídolos eran instrumentos absolutamente válidos de esas religiones chamánicas.