A medida que crece la ciudad, las calles se hacen cada vez más estrechas de lo que ya fueron construidas, convirtiéndose en un gran escollo para el transporte público y el privado que en horas peak o ante cualquier interrupción de una calle no son suficientes para mantener un flujo de vehículos transitando.
Hace bastante tiempo que se viene planteando que las angostas calles de Calama, el alto tráfico de vehículos y otros factores alteran el buen desplazamiento del tráfico, el cual es intenso en determinados horarios.
Y así lo manifestaron al concejo municipal representantes del transporte público que advierten varias situaciones anómalas, como el ingresos de camiones de alto tonelaje al centro, el estacionamiento de vehículos de servicios en las calles interrumpiendo el tránsito y el propio retiro de la basura que detiene el desplazamiento a medida que avanzan los camiones por las diferentes arterias.
Se requiere descongestionar las calles y para ello es necesario un trabajo de reingeniería para dimensionar la realidad de cada arteria, estudiar aquellas calles que tienen doble sentido y son estrechas, abrir nuevas calles para descongestionar el centro como ocurre con Abaroa que está cortada en calle Tarapacá entre otras.
Hay muchas situaciones que habrá que evaluar como la prolongación de avenida Granaderos en el centro y otras medidas de mitigación, pero estas deben realzarse antes que el problema sea mayor.
Creemos que estamos en el tiempo oportuno para revisar seriamente el problema, así como buscar calles alternativas para desplazarse hacia el oriente, producto que hoy en día el atravieso de la línea del tren restringe el número de calles hacia ese sector.
Aquí no se trata solo de beneficiar al transporte público, sino que a todo el tráfico de la ciudad para que pueda desplazarse en forma rápida y segura.
En una ciudad con calles estrechas y pocas avenidas de un extremo a otro, se necesita revisar cómo está funcionando el transporte en la ciudad y hacer las correcciones que sean necesarias.