La comunidad loína no terminaba de lamentar la muerte de una estudiante que decidió terminar con su vida a sus cortos años, cuando volvimos a conocer otro antecedentes de este caso que marcó aún más su partida.
Según fue revelado por su familia, la menor habría tomado tan drástica decisión a causa del dolor que sufría producto de la violación que sufrió cuando tenía 14 años por parte de un familiar.
Un hecho deleznable que todavía está en las venas de nuestra sociedad, donde personas con poca racionalidad abusan de menores, donde familiares mayores se aprovechan de su condición y atacan a sus parientes.
En el sur se descubrió como seis hombres en un pacto secreto, violaron por diez años a una menor que en la actualidad tiene 16 años.
En Antofagasta un presunto abusador de niñas de 10 y 15 años fue detenido, quien además ya tiene una condena por violación.
Estos hechos no son aislados y ocurren en todas las ciudades de nuestro país, donde muchas veces este abuso queda oculto por temores, amenazas y vergüenza de quienes viven este tormento.
A raíz de la muerte de la menor loína, que no soportó ser abusada en dos ocasiones por un familiar, y que terminó por quitarse la vida, debemos reflexionar profundamente en este grave problema social.
A esto se suma, que en muchas ocasiones personas cercanas a la víctima conocen de los hechos y no se atreven a hacer las denuncias, lo que genera una mayor presión a las afectadas, mientras que los autores se sienten impunes.
El delito de violación debiera ser castigado con doble sanción porque además de menoscabar a una personas físicamente, el daño sicológico es mayor y en muchos casos termina por destruir a una persona.
Es de esperar que se haga justicia por estas víctimas de abusadores que actúan irracionalmente sin considerar el grave daño que provocan, especialmente a menores de edad.