La extinción de los pokemones y el auge de los otaku en tribus urbanas
SOCIEDAD. Jóvenes relatan cómo llegaron a integrar dos grupos juveniles que marcan tendencia.
Suena "Zundada" por parlantes enormes de la disco 'La Mojito' mientras un centenar de adolescentes bailan a las 8 de la noche. Juan Martínez (14), de zapatillas skaters, pitillo, camisa ajustada, peinado emo exagerado y gorra rapera. Seduce con pasos C-Walk a una chica que conoció hace 10 minutos.
El coro del tema (la sensación del 2006) lo inspira a acercarse y empieza el ponceo. Humedecen sus labios desconocidos con suavidad mientras bailan regetón. La chica no sabe que en unas horas Juan hará lo mismo con otras dos. Pero eso no les impide disfrutar el momento a estos jóvenes.
"Yo lo miro como un pasado normal, porque todos tienen su yayitas. No veo así, oh qué cuático, o qué lata haber sido pokemón", dice Juan Martínez, que ahora estudia Ingeniería en Mantenimiento Industrial en Inacap y tiene 21 años.
Martínez fue parte de una tribu urbana que entre 2004 y 2009 pintó distintos lugares de Chile con su presencia masiva. En el caso de Antofagasta: El Caracol, las terrazas del mall, el Parque Japonés, la playa, la Fisa, los ruinazos y un montón de 'discos peques' de lado sur.
En estos lugares era común el ponceo entre adolescentes pokemones, donde también algunos probaron por primera vez el alcohol, comúnmente en cooler, mojito, para luego 'ascender' a los destilados. Era una forma de conocer gente.
El sociólogo, David Figueroa, explica que "el origen de los pokemones tiene relación con temas de carácter afectivo. No es menor que tengan características transversales comunes. Por ejemplo: la baja escolaridad, los proyectos de vida un poco escasos y los problemas familiares".
Por ello -según Figueroa- en esta búsqueda-desordenada, propia de la juventud, de afectividad, "caían" estas prácticas sexuales como el ponceo.
"A diferencia del pelolais, que era de un estrato económico más alto, de familia más constituida, que -junto con carretear- se proyectaba estudiando carreras importantes, tenía vacaciones fuera del país. El pokemón era la cara de ese Chile más oculto, con un universo socioeconómico más bajo, con problemas afectivos más concretos, vivían en más soledad", cuenta Figueroa
Pese a no tener una base trascendente, esta tribu urbana marcó un precedente en Chile. Según Figueroa, los pokemones representan el despertar de la juventud chilena.
"Todavía estamos viendo grandes cambios de apertura socio-cultural, pero en esos tiempos, entre 2005 y 2010, éramos un país conservador. Por lo tanto las emociones en los afectos eran parte de un ámbito privado del sujeto. Los pokemones lo que hacen, entre muchas cosas, es convertir aspectos del ámbito privado al público, a una fiesta, a una plaza", comenta Figueroa.
La evolución
A pesar de no contar con el arma social de ese momento, el regetón, para encajar en la masa encabezada por pokemones. Camila Godoy, quien daba sus primeros pasos adolescentes como otaku, construía un círculo cercano y configuraba su identidad movida por el animé y todo lo relacionado con la cultura japonesa.
"Los pokemones en ese tiempo eran raros, nos los pescábamos y entre nosotros mismos decirnos pokemón era casi un insulto", dice Camila (26), hoy una chica cosplay que en esa época sufría de buylling en el liceo por ser otaku.
¿Por qué veían así a los pokemones? "Porque si comparas, los otakus tenían una afinidad por la música japonesa, pero los pokemones eran solo fiesta y ponceo", relata Camila.
Abril Castillo (21) es una ex pokemona de Calama. Confiesa que con ese estilo descubrió el mundo. "Fue el principio en que empecé a salir, a ir a discos, fue entretenido, no se veía tantas cuestión rara. En mi caso no se veía tanto copete. Eran ir a bailar y estar con amigos", cuenta Abril.
Una pareja de adolescentes de primero medio en el Caracol observa pasar a la gente desde las alturas. Hola, ando haciendo un reportaje sobre los pokemones, ¿conocen a alguno? "No, qué es eso", dice uno de ellos con el rostro extrañado.
Pese a que, notoriamente, los pokemones se extinguieron. Dieron el primer paso del exhibicionismo juvenil de Chile, que hoy se siente con lo que vemos diariamente en Facebook o Twitter, donde los jóvenes están empoderados.
"Tuve mucha felicidad ponceando"
"La vida de pokemon era divertida, los pasos c-walk, que todavía me acuerdo, a veces igual me los tiro", relata Juan Martínez (21), un expokemón. En Antofagasta esta tribu urbana se organizaba en grandes grupos liderados por teams pokemones, quienes organizaban eventos en los que elegían los mejores fotologs en las "Fiestas Fotolog" en las 'discos peques' del sector sur. Fue precisamente esta red social (hoy casi devastada por Facebook) la cuna de esta tribu urbana chilensis, pues allí estos jóvenes exhibían su ego con posteos y los primeros 'me gusta'. Los más osados (líderes de teams) usaban cuentas gold camara (pagadas con SMS), que permitían subir más fotos y tener más comentarios que el resto.
¿Fuiste feliz como pokemón? "Sí, tuve harta felicidad respecto a los ponceos, las salidas, los carretes. No lo veo tanto como ganador, más bien lo veo como un logro en mi vida porque no todos disfrutaron la misma infancia que yo", dice Juan Martínez en la terrazas del mall, donde solían reunirse grupos de jóvenes de este estilo.
"En ese tiempo descubrí el carrete y recién empecé a ver las drogas. La marihuana era a escasa y ahora se ve en todos lados", cuenta.
Según el sociólogo, David Figueroa, "el ponceo, el perreo y el regetón eran las mezcla perfecta para ellos desarrollar esas pasiones en las que se basaba su búsqueda. De alguna manera ellos querían vivir esa sexualidad propia de su edad y esta búsqueda inconsciente de un espacio afectivo".
"Hoy tenemos una sociedad más tolerante"
Camila Godoy de 26 años acaba de egresar de Derecho en la Universidad de Antofagasta, pero no pierde sus gustos por el animé y la cultura japonesa, ya que hace cosplay de distintos personajes de series.
La joven, desprendida de sus disfraces, sentada en una oficina donde lleva una vida laboral y sin peluca colorida, cuenta que este cuento comenzó a los 13 años, cuando vio a otra chica vestida de uno de sus personajes favoritos de animé: Sakura Card Captor.
Por eso se hizo otaku y luego cosplay, después diseñó trajes y ahora confecciona accesorios y armas de personajes. Durante toda la existencia de los otakus, en Antofagasta se han reunido en el centro, predominando en el Potal Galicia, donde estaba el local de animé El Antro. Junto al Parque Brasil. Allí hacían eventos masivos.
Esta generación rápidamente fue evolucionando y expandiéndose tanto que hoy, agrupados con los fanáticos de los videojuegos, organizan eventos masivos como la Comic Con, tomándose Twitter, Facebook y los medios de comunicación para juntar hasta 10 mil almas de este estilo.
Todo el contexto de ser otaku a Camila le ayudó a configurar su personalidad y círculos que mantiene hasta hoy. "La gente ahora tiene la gente más abierta y tenemos una sociedad más tolerarante", manifesta Camila Godoy.
¿Qué piensa un metalero?
Desde los 11 años que Jimmy Reyes (31) es metalero. Toda su vida ha escuchado música ligada al rock, pasando por distintos ritmos e influencias. Siempre con un sello más pesado.
Según Reyes esta música ayudó a configurar su identidad y carácter, dado que tratan temas históricos, ocultos, de cuentos, religiones y no son mera artificialidad superflua.
¿Es un estilo de vida ser metalero? "Sí, generalmente parte con la búsqueda de más bandas del estilo que te gusta. Tipo coleccionista. Empiezas a formar eso. Te pones mas megalómano. Si te gusta harto lo llevas el resto de tu vida y tienes un tesoro", explica Jimmy.
En relación a los pokemones, Jimmy cuenta que "eran un nicho juvenil que no tenía una base. No era un movimiento que llegara a cambiar cosas, era como bailemos regetón y listo. No sé si eran tantos, pero los medios le daban auge a ese tipo de modas", relata el metalero.
El sociólogo David Figueria explica que "luego de la Guerra Fría, se rompen estas dos macroestructuras y, de alguna manera, comienzan a generarse estas microidentidades que en el fondo responden a la necesidad de pertenecer a algo. En ese sentido es que comienzan a desarrollarse estas búsquedas de identidad que tienen mucha relación con los jóvenes, cómo son, respondiendo a sus intereses, etcétera".
1.500 pesos costaba una cuenta Gold Cámara en Fotolog (red social utilizada por pokemones). Este servicio permitía subir más fotos y tener más comentarios. Lo pagaban por mensajes de texto.
5 años de vigencia tuvieron los pokemones en todo Chile, mostrándose públicamente como la primera tribu urbana. Sus referentes estaban en programa juveniles de CHV.
120.000 pesos cuesta confeccionar un traje bien producido de Cosplay, pues requiere de telas, artículos de manualidades, uso de máquinas de coser, etcétera.
Juan martínez, expokemón
Jimmy reyes, metalero