Estamos a casi dos semanas de que finalice este 2015, y como es tradicional, la ofertas de fiestas para esperar el año nuevo son variadas. En este contexto, es importante que los consumidores no olviden sus derechos y se atrevan a ejercerlos. El principal derecho es que el evento se desarrolle con seguridad, lo que incluye que cuente con las autorizaciones correspondientes que lo garanticen.

Las entradas vendidas deben corresponder a la capacidad real del recinto, pues la Ley de Protección del Consumidor sanciona la sobreventa, porque pone en riesgo la seguridad de quienes asisten.

Asimismo, cualquier fiesta o espectáculo debe cumplir con las condiciones objetivas informadas o publicitadas. Esto es, si por ejemplo, ofreció bar abierto toda la noche, determinado artista y ubicación, es eso lo que el consumidor debe recibir.

Por ello es recomendable guardar los soportes publicitarios y la entrada, en caso de que exista algún incumplimiento de lo prometido.

Los consumidores tienen derecho a no ser discriminados arbitrariamente por razones de raza, condición social, aspecto físico, género o edad y a que no se les niegue injustificadamente el servicio. Eso implica que los carteles del tipo "nos reservamos el derecho de admisión" no tiene validez pues dejan la puerta abierta para eventuales discriminaciones al no especificar criterios objetivos.

Ante la suspensión del espectáculo o cambio de las condiciones contratadas, los consumidores tienen derecho a que se devuelva todo lo pagado, incluyendo el cargo por servicio de las ticketeras como lo han ratificado los mismos tribunales en varios casos.

Los consumidores tienen derecho a ser indemnizados por todos los daños que el cambio del evento o cualquier incumplimiento les haya causado.

El llamado del Sernac a los consumidores es que para poder ejercer sus derechos, siempre contraten este tipo de servicios en el comercio establecido, adquiriendo entradas con anterioridad y no compradas en la calle arriesgándose a falsificaciones o sobre precios.

Marcelo Miranda,

Director Regional del Sernac

Muy pocos políticos son los que en estos momentos apoyan decididamente la descentralización en nuestro país. Siempre hay más dudas que certezas respecto a que si las regiones podrán responder a las responsabilidades que empezarán a tener de determinarse una autonomía en las decisiones.

Lo ven como un problema porque las experiencias no han sido buenas en algunas regiones que año a año están devolviendo y perdiendo recursos porque no fueron capaces de administrarlos correctamente. Es aquí donde se preguntan si existe la preparación en las regiones para administrar la autonomía que reclaman.

Otro temor se funda en que las experiencias internacionales aseguran que las descentralizaciones se encuentran con la falta de probidad de las autoridades que reciben la autonomía. Incluso se ha dado paso a la corrupción provocando severos daños en las localidades y retrasando todo lo que se había avanzado.

Esos temores se repiten una y otra vez en Chile, que por esencia necesita ser un país unitario, pero que obligadamente tiene que descentralizarse si quiere alcanzar índices de crecimientos de los países avanzados.

El gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet está consciente de ello y hace esfuerzos en ese sentido, pero no encuentra todo el apoyo requerido para sus reformas. Los miedos ganan a la urgencia de embanderarse con el tema.

No obstante, no se puede volver al punto de partida tras los avances logrados. La elección por voto popular de los intendentes tiene que ser la primera meta a cumplir en el corto plazo, porque servirá para ir midiendo el ritmo de trabajo en las regiones.

Quienes vivimos en regiones sabemos que los objetivos se pueden cumplir. Crecer armónicamente como región y como país.

Si a eso le sumamos exigentes políticas de transparencia evitaremos el ingreso de la corrupción y podremos monitorear lo que ocurre.

La descentralización no es algo antojadizo es algo que se debe hacer y lo antes posible.