Risas versus votos
Para todos fue muy divertido y gracioso las rutinas de los humorista en el pasado festival de Viña del Mar, donde cada vez que se hacía mención a la clase política chilena había una risa desatada sobre los adjetivos de ladrones, sin vergüenzas, corruptos entre otros.
Ahora la pregunta es ¿este mismo público irá a votar en las elecciones de octubre de este año?, debido a que como ciudadano responsable con la patria y con su futuro, debemos tomar carta en el asunto e ir a votar, ya que si no como sociedad seguiremos manteniendo a los malos políticos y haciendo ricos a los humoristas.
Giovanni Rivera Tapia
Delitos inamnistiables
Autoridades de gobierno, legisladores, jueces y periodistas repiten, como eslogan: "Delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y no amnistiables".
Tal aserto no es efectivo, puesto que ni en la ley chilena interna ni en tratado internacional alguno existen delitos que sean inamnistiables, ni siquiera en aquellas convenciones internacionales que se refieren específicamente a los delitos de lesa humanidad.
Lo que sí existe es un proyecto de reforma constitucional, actualmente en trámite en el Congreso, que establece la imprescriptibilidad, la inamnistiabilidad y la prohibición de conceder indultos o beneficios alternativos, penitenciarios o de cualquier naturaleza, a los autores de ciertos crímenes, lo que significa prohibir el perdón entre hermanos (boletín 9748-07).
Adolfo Paúl Latorre
Gratuidad inconclusa
En el reciente foro de Icare, el ministro Eyzaguirre declaró que el grueso de las reformas está terminado, con esto se da por sepultada la promesa de campaña de entregar gratuidad universal a los estudiantes de educación superior, demostrando de paso que fue una mera idea apresurada para rellenar un programa de gobierno.
El sistema planteado actualmente genera una precarización de la seguridad financiera de los estudiantes beneficiados, pues no se consideró la realidad en cuanto a la duración real de las carreras y el financiamiento de estos años extras, de paso haciendo aún más difícil acceder a los beneficios y, por lo tanto, dejando a la deriva a los estudiantes vulnerables de nuestro país.
Urge, por tanto, mejorar el sistema y hacer una intervención mayor a las reformas.
Franz Schultzki San Martín
Salario ético
¿Quién podría no estar de acuerdo en aumentar el salario mínimo a $ 400.000 propuesto por Monseñor Goic? A todos nos palpita el corazón para ayudar al desvalido, como un sentimiento natural en el ser humano. El problema está en aplicarlo sin producir un desequilibrio en la economía del país. Sin ser especialista en la materia cabe preguntarse: ¿Qué harán los emprendedores para solventar este aumento en el gasto y continuar compitiendo? Aumentar el precio del producto o servicio y, por ende, un alza del costo de la vida, que afectará como siempre en mayor proporción a quien gane un salario mínimo sea cualquiera su monto.
Otro de los riesgos es que el emprendedor deba terminar su empresa, despedir empleados y convertirse en uno de ellos con el consiguiente aumento de desocupación. Los aumentos de salarios deben ser graduales al crecimiento del país y estar de acuerdo con las circunstancias económicas; de lo contrario, se agrava lo que se persigue. ¡Menudo problema a resolver por el Gobierno!
Marcos Concha Valencia
Oficinas de parlamentarios
Sorprendente, por decir lo menos, es conocer el alto costo que tienen algunos de los arriendos de las oficinas parlamentarias y el gasto que significan para el Fisco. Más llamativo aún es el hecho de que las más caras son aquellas sedes de legisladores del oficialismo. Cómo se nota que gastar no cuesta, sobre todo cuando la plata sale del bolsillo de otro, en este caso de todos los chilenos.
Cuán paradójico resulta que, simultáneamente, se discuta la preocupación por subir el sueldo mínimo y así dar algo de respiro a aquellos que hacen malabares para llegar a fin de mes, pagando alimentación, vestuario, educación, salud y, por supuesto, el gasto de la vivienda, entre otros.
Poco convence el argumento de que las dependencias de las sedes son utilizadas con actividades gratuitas para la comunidad, sabemos que ese altruismo no es mera casualidad y lleva un trasfondo que no es otro que usarlas como medio de propaganda.
Muchos nos complace que nuestros congresistas se interesen por tener sedes agradables, culturales y recreativas pero, ¿sería tanta esta inquietud si tuviesen que pagar con sus propios ingresos tan altos precios? Habría que verlo una vez que se eliminara este beneficio de las dietas parlamentarias.
Marcia Oyarzún Leiva