El personaje principal de "Historia de un canalla" (Plaza & Janés), la última novela de la escritora española Julia Navarro (Madrid, 1953), se muere, pero tiene muchas cosas que decir todavía. "Me estoy muriendo", advierte Thomas Spencer. Antes estaba en paz consigo mismo. Insensible y en paz. Pero de improviso cambiaron las cosas: "Esta noche, mientras miro de frente a la muerte, hago recuento de lo vivido. Sé lo que hice y también sé lo que debería haber hecho".
Así, cadavérico y con problemas cardíacos, Spencer recuerda su infancia, juventud y ascenso como dueño de una agencia de comunicaciones en Londres y Nueva York ligada a importantes círculos de poder político y económico. De cierta forma, "Historia de un canalla" hace caer la cortina del poder y por sus más de ochocientas páginas se va filtrando la dependencia entre el periodismo y la política, los hilos que se mueven para conseguir objetivos políticos a cualquier precio, el machismo, el egoísmo y una ambición sin límites.
En la maldad de Spencer, que se mueve como pez en el agua en el mundo de la comunicación estratégica, se reflejan también los grandes vicios del poder político y económico en el siglo XXI. Esa actualidad, esa urgencia tras Historia de un canalla, ha sido interpretada como una evolución, como un cambio de giro de Navarro en comparación a historias como "La Hermandad de la Sábana Santa" (2004), "La sangre de los inocentes" (2007) o "Dispara, yo ya estoy muerto" (2013), más cercanas al thriller o a la novela histórica.
"Yo creo que no. Es verdad que es un libro que tiene algunas características que lo pueden hacer distinto pero, mis lectores, los que me siguen desde la primera novela, me dicen que soy absolutamente reconocible. Es decir, yo siempre aspiro a hacer un retrato del mundo en el que vivo. En "Historia de un canalla", lo que hago es un retrato de la sociedad del siglo XXI. Es verdad que tiene una estructura distinta a la de las novelas anteriores, es una novela que está contada en primera persona y utiliza otro tipo de lenguaje. Es decir, hay cambios, pero los cambios son más formales, más aparentes que un cambio de fondo", explica Navarro, también periodista, que trabajó más de cuatro décadas en medios como Europa Press, Cadena SER o TVE.
-La novela perfila a Thomas Spencer y al mundo en el que se mueve, que es inescrupuloso, lleno de maldad, asfixiante. ¿Qué te interesa del mal?
-El mal siempre ha sido una constante de investigación en el mundo de la literatura. Hay muchísimos autores que han buceado en el fondo del mal. Yo lo que he querido es hacer un viaje a la parte más oscura del ser humano a través de este personaje. Creo que hay muchos Thomas Spencer en nuestra sociedad, mucha gente que no empatiza con los demás: egoístas, sin escrúpulos, ambiciosos. Sobre todo con el juego del poder, disfrutan de ese riesgo.
-Con Spencer recordé la serie de televisión Sherlock (BBC), en que Sherlock Holmes se refiere a sí mismo como un "sociópata altamente funcional". ¿Cómo definirías tú a Thomas?
-Quizás puede tener algo de sociópata. Pero estamos rodeados de gente así. La gente se asusta tanto cuando leen a Thomas Spencer pero, bueno, si leen los periódicos encontrarán que hay muchos personajes como éste. Por ejemplo, los banqueros de Lehman Brothers, que especulaban con el dinero sabiendo que hacían operaciones absolutamente fraudulentas con plata que no existía, compraban, vendían. Todo era absolutamente virtual y si algo fallaba, eso podía provocar una crisis mundial, una crisis que dejó sin trabajo, sin sus casas, sin su proyectos de vida a millones de personas. Esos banqueros son los Thomas Spencer de este mundo.
-Escribes sobre una fricción entre la cultura latina y anglosajona, porque Spencer es heredero de ambas. ¿Qué es lo que más te interesa de ese choque cultural?
-La sociedad americana tiene muchas cosas positivas porque es verdad que es una sociedad de oportunidades, que si alguien trabaja y tiene talento puede salir adelante, eso es lo que se dice. Pero no es lo mismo salir adelante si partes de una situación socioeconómica "A" o si partes de una situación "B". Es decir, no es lo mismo nacer en el seno de una familia acomodada que en el seno de una familia inmigrante porque ni las escuelas, ni la educación, ni el medio ambiente en el que vives es el mismo.
-También hay una especie de lucha de tus personajes femeninos por validarse en un mundo preferentemente masculino. En el mundo y, específicamente, en Sudamérica, las mujeres viven un momento crítico en relación a la violencia que viven y la desigualdad en derechos. ¿Hay una decisión política en tratar ese tema en la novela?
-Claro. Antes, la violencia hacia las mujeres transcurría en el ámbito doméstico y se decía "este es un asunto de este matrimonio, de esta pareja". Afortunadamente, eso ha salido del ámbito doméstico y se ha convertido en lo que debe ser: un problema social. Hay que tener una respuesta de parte de toda la sociedad. Los maltratadores deben sentir el rechazo y el asco que la sociedad siente por los hombres que son capaces de ejercer violencia contra las mujeres. Yo soy feminista y estoy orgullosa de los pasos que se han dado en occidente en el terreno de la igualdad, pero aún hay muchísimas batallas por dar.
-Tomando en cuenta el momento que viven, sin ir más lejos, Chile o España, de la crisis de los partidos, del sistema político, los casos de corrupción y la crisis de legitimidad, ¿cómo crees que debe leerse "Historia de un canalla" en este contexto?
-Es una novela en la que yo intento hacer una reflexión, en voz alta con los lectores, sobre qué sociedad estamos construyendo. Gramsci decía que a veces lo nuevo no termina de nacer ni lo viejo de morir. Estamos en un momento en que es así. Es un momento de perplejidad, de necesidad de cambio. Estamos exigiendo en todo el mundo que tienen que cambiar los partidos, los comportamientos. Que tienen que ser absolutamente mucho más transparentes, que no es soportable la corrupción, que no es soportable que mientras la gente lo pasa mal haya algunos que se enriquezcan robando del erario nacional. Hay una situación de decir "basta ya".
-Después de haber vendido cinco millones de ejemplares en más de treinta países con tus novelas anteriores, ¿sigues sintiendo el mismo vértigo al presentar un nuevo libro?
-Siempre tengo la sensación de que cuando presento un libro parto de cero. Y me la juego. Cada libro es una nueva aventura, no importa lo que ha pasado con los libros anteriores. Me parece que es una muestra de respeto hacia el lector no dar nada por hecho.
-Muchas veces los libros que se convierten en best sellers pareciera que son recibidos como literatura menor por los críticos y el ambiente literario. Como si fuese una especie de pecado tener muchos lectores. ¿Qué te pasa a ti con esas críticas?
-Es que yo no escribo best sellers.
-Pero se han convertido en best sellers. El mismo "Historia de un canalla" lleva casi un mes al tope de los ránkings de libros más vendidos en Chile.
-No creo que haya ningún escritor que no quiera que se venda el libro que está escribiendo. Yo aspiro a que mis libros lleguen al mayor número posible de personas. Me parece una actitud un poco soberbia los que dicen que si un libro se vende mucho no tiene calidad. Eso es insultar a la gente. Es de una soberbia absolutamente insoportable. Además, los hechos desmienten esa actitud: si aplicamos el criterio de "libro que se vende mucho" "Cien años de soledad" (1967) es un best seller, "Las Memorias de Adriano" (1951), de Marguerite Yourcenar, es un best seller, "El nombre de la rosa" (1980), de Umberto Eco, es un best seller. A mí me parece que es simplificar y poner etiquetas. Un recurso bastante pobre.
-¿Cómo afrontas el éxito de tus libros al momento de escribir? ¿Es una carga o te da más libertad al momento de crear?
-Escribo con absoluta libertad. Sin la presión de "¿qué va a pasar?". Hasta ahora he tenido mucha suerte y todos mis libros han contado con el apoyo de los lectores pero, como te decía antes, siempre tengo la sensación de que parto de cero y nunca sé qué va a pasar con el próximo. No escribo con presión. Entonces no podría escribir, creo que me quedaría absolutamente paralizada.
-¿Qué extrañas del periodismo?
-Hay momentos en los que están sucediendo determinados acontecimientos en los que me gustaría estar ahí, contándolos. Es una sensación tremenda la que tienes. Cuando eres periodista estás inmerso, estás contando lo que sucede a tu alrededor. Entonces, es esa tensión, ese estar en el meollo de lo que ocurre, la esencia del periodismo. Cuando das un paso atrás y ves lo que ocurre desde tu casa, de alguna manera sientes una cierta nostalgia porque no estás en el escenario, estás contemplando lo que sucede en él. Ahí pienso que sí, que claro que lo echo de menos.
-¿Cuánto le deben tus libros al periodismo?
-Todo. Absolutamente todo. Soy una periodista que escribe novelas. Historia de un canalla no la habría podido escribir sin la experiencia acumulada de más de cuatro décadas de periodismo. El periodismo y la literatura son caminos paralelos: el periodista cuenta una historia que es real y el novelista cuenta una historia que es imaginaria. Al final se trata de contar historias. En el ADN del ser humano está contar historias y escucharlas.
-En el periodismo siempre existen límites de caracteres. ¿La extensión de tus novelas es una manera inconsciente de escapar de eso?
-Me dicen muchas veces "¿te estás vengando, no?". Pues, a lo mejor, es una venganza contra los redactores jefes que te decían "cuéntame esto en veinte líneas". Nunca me planteo cuando escribo novelas el espacio. No pagino, entonces, no me entero hasta que termino de cuánto he escrito. Entonces, eso hace que escriba con una enorme tranquilidad y libertad. Sin angustiarme.
julia navarro trabajó durante cuatro décadas en medios de comunicación como Europa Press, Cadena SER y TVE.
"Historia de un canalla" está entre los libros más vendidos en chile y españa.
Por Javier Correa
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Alma de periodista
"No es soportable que mientras la gente lo pasa mal haya algunos que se enriquezcan robando del erario nacional. (...) Basta ya".
"Los maltratadores deben sentir (...) el asco que la sociedad siente por los hombres que ejercen violencia contra las mujeres".
juan fenandez