Los locales de expendio de comida en el paseo Ramírez (entre calles Abaroa y Latorre) están siendo víctimas de la delincuencia y tanto sus administradores como trabajadores ya no dan más con esta situación que les da inseguridad y les imposibilita laborar con tranquilidad.
Nos referimos específicamente a los recintos comerciales "Bocado" y "SchopDog". El primero de ellos sufrió un robo frustrado la madrugada de ayer jueves y el otro se vio afectado por dos delitos de este tipo, el martes de la semana recién pasada y este lunes.
En ambos recintos contaron que esta situación se debe a la peligrosidad de tener un cierre perimetral demasiado alto y cercano al comercio, lo que según éstos convierte a esa cuadra en "tierra de nadie", debido a los trabajos de remodelación a los que está siendo sometido el paseo peatonal calameño.
En cuanto a los robos, durante la semana pasada dos delincuentes ingresaron a las dependencias del "ShopDog" forzando los candados de las rejas y rompiendo uno de los vidrios de la entrada. Una vez dentro, sacaron dos monitores de computadores y desordenaron el local, pues andaban buscando dinero.
No conforme con esto, el pasado lunes nuevamente entraron ladrones al recinto comercial, quienes esta vez con un elemento especial levantaron los cerrojos de ingreso y rompieron los candados. Como no rompieron los vidrios, tuvieron más tiempo de actuar antes de que se activaran las alarmas. Esta vez se llevaron dos monitores de computadores y un plasma de 40'. El avalúo de ambos robos fue de $800 mil.
"Cuando ocurrió el primer robo, soldamos las protecciones de las rejas y a la semana siguiente ocurre lo mismo. Ingresan por uno de los costados del local, aprovechándose que una de las cámaras de la calle no está operativa… Esto me tiene agotado, porque donde estamos ubicados es un verdadero laberinto. Una boca de lobos, donde los responsables se 'tiran la pelota'", manifestó el administrador de SchopDog.
En el 'Bocado", en tanto, tres delincuentes quisieron llevarse los televisores y como estaban apernados, no pudieron, pero los dañaron. Lo mismo con la caja recaudadora. "Esto pudo pasar a mayores, porque estaba el caballero de la cocina en el segundo piso y bajó para ver qué pasaba. Cuando los vio, gritó 'bajen, que hay ladrones acá' y ahí los tipos arrancaron", contó Ángel, uno de los trabajadores del recinto.