La iglesia católica está celebrando la llegada de su nuevo obispo a Calama, luego que el cargo quedara vacante por dos años. Monseñor Oscar Blanco Martínez, oriundo de la Novena Región asumió el cargo de la diócesis en una ceremonia cargada de simbolismos y encabezada por el presidente de la Conferencia Episcopal y sacerdotes de todo el país.
De acuerdo a la fe católica, el obispo es considerado un sucesor de los apóstoles como pastor de la iglesia de Dios, pero también es un referente en la comunidad para pronunciarse sobre los hechos que suceden en la comunidad.
Por esta razón se espera que el pastor de la iglesia católica, pueda desarrollar ese papel, sobre todo en una zona con tantas necesidades, diferencias sociales, con bolsones de pobreza y problemas al interior de las familias.
Su tarea será enseñar el Evangelio de Dios y guiar a los fieles a cumplir las sagradas escrituras.
Además debe ayudar en la santificación del pueblo de Dios y gobernar teniendo como modelo a Cristo y no en base a criterios humanos.
De este modo, independientemente a que otras personas profesen otra fe, pero Cristiana igual, debemos tener la confianza que su presencia ayudará socialmente y espiritualmente a nuestra provincia.
Confiar en que habrá alguien con autoridad, que ayude también a guiar a la sociedad, a un mejor desarrollo económico y valórico de nuestra provincia.
Creo que nadie duda que personas como un obispo o un pastor evangélico, buscan el bien de su entorno, ayudar a los necesitados, que la comunidad deje el mal camino y que todos puedan buscar primero el reino de Dios y su justicia.
Por lo tanto la llegada de un obispo a Calama, trae esperanza que habrá un mayor fervor y búsqueda de la fe. En su mensaje de bienvenida llamó a los creyentes católicos a "ser una iglesia en salida que escucha, anuncia y sirve".
Ahora comienza una exigente tarea para este pastor, y es de esperar que la comunidad a quien dirigirá le responda y le acompañe en una labor cada vez más compleja en medio de tanto escepticismo.