A la mujer
Apreciamos el papel que desempeña la mujer en la vida y progreso del hombre y sus organizaciones.
Tú representas el ave más hermosa del huerto de las flores, en eterno cantar; tú vas por los caminos, sufriendo resignada sin que ni siquiera te veamos muchas veces llorar. Es que tu alma noble y bella, esto todo fuerza; un cofre de virtudes tu cariñoso hogar, la bondadosa esposa, la fiel compañera del hombre que trabaja y lucha por triunfar.
Escritores, artistas y poetas han tenido en la mujer la más variada e inagotable fuente de maravillosa inspiración, pero he ahí que, sin embargo, nadie ha podido dar real expresión, ni siquiera a una parte del inmenso contenido de este manantial que concentra las cualidades, virtudes, valores y condiciones inescrutables de la mujer y que, si muchas veces abruman y desconciertan ante las limitaciones del entendimiento, en su capacidad para comprender, interpretar o describir, es porque allí ondea algo de grandeza de lo eterno y de lo divino, que escapa, naturalmente, a la estrechez de nuestra visión.
Y todo esto no es extraño. En efecto, la mujer es la obra más bella y admirable de la Creación. Su intuición, su sensibilidad, su sabiduría; su abnegación, su capacidad para sufrir y laborar, su entereza y valentía para luchar por la justicia; su heroico patriotismo y, al mismo tiempo, su admirable condición para pacificar y endulzar los espíritus y convertirse en bálsamo de penas y dolores, no son dádivas concedidas por las leyes ni la buena voluntad de los hombres; son dones de la Divina Providencia, para que el mundo les reconociera el lugar y papel a que están llamadas a desempeñar en bien de la humanidad, tan desorientada, tan desquiciada y maltrecha a causa de la traición, la maldad, el odio, la destrucción, la mediocridad, la pequeñez y el interés mezquino.
Apreciamos en toda su importancia el papel que en la vida y progreso del hombre y sus organizaciones cabe desempeñar a ese ser maravilloso del Universo; a esa hermosa criatura llamada mujer, en su múltiple rol de madre, de hermana, de amiga, de novia y de hija, quienes silenciosamente, solícitas, anónimas, van con su compañero soñando grandeza y fracasos, entre el acíbar y la miel.
No podríamos olvidarla en este momento ante la ola de atentados y muertes, sino rendirle un sentido y cálido homenaje a quienes tiñeron de color de rosa nuestros horizontes y nos brindaron un paraíso de amor.
Arturo Mardones Segura,
Rotary Club Chuquicamata