Son lugares de encuentro donde solidariamente acogen a los más pobres de los pobres de nuestra ciudad: niños, varones, mujeres, ancianos. Ahí con amor le dan dignidad, entregándole oportunidades para que amplíen sus expectativas de vida.
Ahí generalmente viven ancianos, afectados por discapacidades físicas, mentales y económicas. Muchos de situación de calle o fueron abandonados por sus familiares, quedaron solos y no pueden llevar una vida plena. Son cobijados bajo un techo, entregándole alimento a sus horas, calor y abrigo en las noches de invierno, ropa, salud y apoyo psicosocial para que vuelvan a recuperar su propia autoestima.
Cuando veo a personas durmiendo durante el día y noche en las puertas de estos hospedajes, una pena muy grande me oprime el corazón. Seguramente no pudieron ingresar al atardecer por qué no habían más cupos, la fila de desamparados era muy larga, o no tuvieron dos monedas para pagar con dignidad su estadía.
Al entrar al comedor fraterno, podrán sentarse en una mesa, recibir un plato caliente, tendrán agua limpia, baños y WC y un lugar seguro, bajo un techo para pasar la noche en una cama, esquivando el inmenso frío de este invierno más helado que otros años.
En la municipalidad existe un plan de Invierno; para los que llegan huyendo del desempleo y lluvias del sur; faeneros que quedaron sin trabajo o vinieron por empleos y murieron por el frío y hambre. No sabían que la temperatura aquí baja a cero en la noche, y para dormir en los parques deben vestirse con todo su equipaje dos pantalones, dos jerseys, gorros.
Lamentablemente los recursos no son suficientes, mientras hacemos asados brindamos y mirando los partidos de fútbol. Acordémonos de nuestros hermanos desvalidos. Demostremos que todavía hay bondad en los corazones humanos de Calama. Aportemos algunas monedas para un plato de comida. Ayudemos a cambiar las historias de personas desamparadas que pasan cada día por nuestro lado. Extendamos nuestra cruzada solidaria ayudemos a los que no tienen nada. El Hogar de Cristo necesita tu ayuda.
Nancy Monterrey Caro,
Escritora chuquicamatina