Sobre el escritorio del ex Presidente, Sebastián Piñera, en sus ya históricas oficinas de Apoquindo 3000, hay una torre de ediciones de su último libro titulado La historia se escribe hacia adelante. Trece protagonistas de un gobierno, de editorial Uqbar, escrito por el político y escritor sueco de origen chileno Mauricio Rojas. Cada uno de los volúmenes tiene un post-it amarillo con los nombres de presidentes regionales, entre los que se distinguen al colombiano Juan Manuel Santos y al argentino Mauricio Macri, los cuales Piñera dedicará personalmente para que les sean enviados en las próximas horas.
Aunque se le nota un tanto menos tenso y algo más relajado que en los días que ocupaba el sillón de La Moneda, el ex mandatario mantiene sus marcadas posturas sobre el acontecer del país.
-¿Cuál es el propósito de esta publicación?
-Tiene un triple propósito. Primero, humano. Que protagonistas de nuestro gobierno cuenten qué sintieron durante la administración, junto con sus grandes aciertos, dolores y errores. Es una visión humana desde adentro. Junto con ello, también busca hacer un balance grueso de esos cuatro años, en tiempos muy difíciles, con el país en recesión, en medio de la crisis subprime, y un terremoto y maremoto devastadores. Súmele a eso una sequía que se prolongó por todo el gobierno y una oposición que desde el primer minuto nos declaró la guerra, negándonos la sal y el agua.
-¿Cree que salió airoso?
-Mire. Debíamos reconstruir y decidir si eso obligaría a replantear las metas. Finalmente, hicimos las dos cosas: reconstruimos el 80%, recuperamos la capacidad de crecer, de crear empleos y oportunidades. Pero no solo puede ser un balance económico, sino también moral. Hicimos esfuerzos en campos clave, como la calidad de vida, la cobertura y calidad de la educación, aumentamos las becas de 100 mil a 400 mil, mejoramos el CAE, establecimos los liceos Bicentenario. En Salud, tuvimos que enfrentar un déficit crónico de infraestructura y médicos especialistas. Nos encontramos con 400 mil personas en listas d espera Auge, y las redujimos a cero. Hoy crecen con fuerza.
-¿Y el tercer propósito?
-Proyectar una mirada de futuro, a la luz de la experiencia, de cuáles son hoy los grandes desafíos, tareas y oportunidades. Esos eran los tres grandes objetivos.
-¿Cree que su administración "envejeció" bien, en comparación con el juicio crítico que recibió en el transcurso de la misma?
-Sí. Hay una revalorización. Y hay dos razones para ello. La oposición de entonces, la Concertación, no reconoció nada desde el primer instante. Negaba todas las cifras y ponían todo en duda. Eso le hizo daño el país y hoy les pasa la cuenta. Pero también creamos muchas expectativas, con metas muy grandes y ambiciosas, en crecimiento, empleo, salarios, reducción de la pobreza y la delincuencia. Naturalmente, muchas las cumplimos, pero no todas.
-No pasa inadvertido el hecho de que excolaboradores, como Pablo Longueira y Laurence Golborne no participen de este libro. ¿Fue algo intencional por el presente que viven?
-Mire, esta decisión la tomamos hace mucho tiempo y casi todos los que participan estuvieron en la última etapa del gobierno. En consecuencia, las personas que usted menciona, como el exministro Longueira y el excandidato Golborne no estuvieron en el último año de nuestro gobierno.
-¿Y a Rodrigo Hinzpeter, que terminó junto a usted, lo incluyó?
-No, Hinzpeter tampoco está. Pero creo que son todos los otros. Déjeme mirar (le echa un vistazo al índice). Pero no fue esa la razón. Todos terminaron el gobierno con nosotros. Este libro lo pensamos en la última etapa de nuestro gobierno.
Dolor de cabeza
"En Educación nos planteamos muchos objetivos: mejorar la calidad en todos los niveles. Las pruebas Simce mostraron una mejoría. Pero también quisimos hacernos cargo de las brechas, en acceso y calidad. Por eso duplicamos los cupos de la educación preescolar, la extensión de la sala cuna a todas las mujeres trabajadoras, el esfuerzo por multiplicar la subvención escolar preferencial, los liceos Bicentenario, que ningún joven con talento se quedara fuera de la educación o que la mochila de deudas fuera muy pesada para las familias", explica.
-Pero no fue suficiente.
-Por supuesto que no lo es. Nunca nada será suficiente. Nunca se termina el proceso de desarrollo y las expectativas también van creciendo.
-¿Qué le parece el proyecto de Educación Superior ingresado por Bachelet?
-Creo que es un mal proyecto y que no está basado en la responsabilidad ni planificación. Hay improvisación e ideología. Abandona el concepto de sociedad docente, lo que traerá malos resultados; segundo, el comprometer todos los recursos futuros a la educación superior da la espalda a muchas otras demandas ciudadanas. En tercer lugar, el esquema de un Estado todopoderoso y omnipresente es de una burocracia brutal que terminará siendo un freno.
-¿Eso "amarrará" al próximo gobierno?
-Y al que le siga y al que vendrá después y al que suceda a ése. Un próximo gobierno deberá corregir las fallas estructurales de lo que han llamado la obra gruesa. Las tres grandes reformas estructurales fueron mal concebidas, diseñas e implementadas. La Tributaria fue un durísimo golpe a la inversión, la productividad y el crecimiento del país. La Laboral es un duro freno a la creación de empleos y mejora de salarias. Y la Educacional, un golpe letal a la calidad y la libertad de la educación en Chile.
-¿Y qué opciones existen?
-Una es insistir con porfía y contumacia por un camino equivocado, que es lo que pasa hoy. Dos, escuchar a la gente con una cuota de humildad y corregir el rumbo. Ya perdí la esperanza de que este gobierno lo haga. El próximo gobierno no debe desmantelar, pero sí corregir muchas cosas para terminar el edificio y las terminaciones.
-A contar de 2018 podría darse un fenómeno único en la historia de Chile, cual es que Bachelet le haya entregado el poder a usted, que usted se lo haya devuelto y que la Presidenta vuelva a entregárselo. ¿No será que, al final, vamos a quedarnos donde mismo?
-Mire, no he tomado una decisión respecto de mi candidatura presidencial y la voy a tomar -de ser necesario- el próximo año. Pero me parece un tremendo error aplicar la ley del péndulo de uno a otro extremo. Por eso es importante que los gobiernos no lleguen con mentalidad de retroexcavadora o el síndrome de Colón. Todos tenemos que ir construyendo a partir de lo que hicieron los gobiernos anteriores, buscando diálogos y acuerdos para que las reformas tengan estabilidad y proyección. Debemos usar un tractor para crear y no una retroexcavadora para destruir. Es mucho mejor construir sobre rocas.
-¿Y cuáles son las rocas que, a su juicio, legará Bachelet?
-Hay cosas que destaco. Comparto ciento por ciento la preocupación de la Presidenta por crecer con equidad. Debe ser algo integral. No sólo preocuparse del progreso material, sino también del espiritual, que tiene que ver con la calidad de la democracia, con la probidad de la sociedad, el desarrollo de la cultura y el mejoramiento de la educación. Eso debe ser inclusivo: todos tiene el deber de aportar, con la justa cuota de beneficios que ello traerá aparejado. Comparto eso. Pero hay matices. Le doy un ejemplo. El lema del primer gobierno de Bachelet fue "crecimiento con equidad". Resulta que el crecimiento bajó sustancialmente y la pobreza aumentó.
-¿Acaso su gobierno no intentó crecer con equidad?
-Tal vez no lo expusimos con suficiente fuerza, pero duplicamos el crecimiento y bajamos la pobreza a la mitad. ¿Qué es más importante? ¿Las promesas o los hechos?
-¿Qué nos pasa, entonces? ¿Será éste, como plantea Mauricio Rojas, el "malestar del éxito"?
-El mundo cambió. Tenemos una ciudadanía mucho mejor informada, empoderada, demandante y exigente. Lo importante es canalizar estas fuerzas de forma constructiva. En muchos países se han canalizado mal. Hay dos fuentes de malestar: una es cuando a los países les va mal, como Venezuela o Brasil, lo que genera rebeldía y disconformidad. Y hay otra, que es cuando a los países les va bien, pero algunos quieren vivir como ricos cuando estamos a mitad de camino en el proceso de desarrollo y exigen cosas que no son posibles.
-¿Eso pasa hoy en Chile?
-Dada nuestra realidad, con tantas necesidades, como mejorar las pensiones, la salud, combatir la delincuencia y mejorar la educación preescolar, prometer la gratuidad universal para todos -ricos y pobres- en la educación superior es una promesa que no está acorde a lo que Chile requiere. Eso es el malestar del éxito: quererlo todo ahora, aquí y para todos. Ahí es cuando se descarrilan los gobiernos.
-Felipe Berríos decía que el problema era que "nadie les había rayado la cancha a estos niñitos". ¿Cree lo mismo?
-Sin duda que sí. Está muy bien que la ciudadanía esté consciente de sus derechos. Pero todo derecho va a asociado a un deber, a una responsabilidad. Los estudiantes tienen derecho a pedir mejor educación, pero no que a que un grupo de ellos -algunas veces infiltrados, muchas encapuchados- destruyan todo a su paso, incluyendo escuelas, comercio y propiedad pública. ¡No tienen derecho a destruir! El gobierno debe fijar los límites. Hasta hace muy poco, ellos mismos, durante mi gobierno, toleraba, motivaba e incentivaba las tomas de los colegios.
Constitución y política
-Así como usted dice que la Reforma Educacional será un lastre para el próximo gobierno, ¿qué pasará con el proceso constituyente?
-El año 2005, durante el gobierno del Presidente Lagos, se hizo una profunda reforma constitucional. Eso le llevó a decir (lee sus apuntes) "Chile cuenta desde hoy con una Constitución que ya no nos divide, sino que es un piso institucional compartido desde el cual podemos seguir avanzando en el camino de perfeccionamiento de nuestra democracia". Eso fue hace 11 años. Se dio un gran salto.
-Lagos siempre ha dicho que hizo lo que las circunstancias le permitieron. De hecho, hoy dice no temerle a una nueva Constitución.
-Hoy hay que hacer un esfuerzo por perfeccionar nuestra Constitución. Pero no podemos aplicar retroexcavadora y dividir a los chilenos entre buenos y malos. Una Constitución es el gran marco de estabilidad que permite enfrentar los desafíos futuros. Pero cuando llevamos 40 años discutiendo sobre la Constitución y no dentro de su marco, algo está muy mal. Esta es una gran oportunidad, pero se requiere buena voluntad para alcanzar un acuerdo.
Carlos Vergara Ehrenberg
carlos.vergara@mercuriovalpo.cl
fotos: miguel ángel larrea