En pleno desierto del Tamarugal en la "Pampa desierta nortina florece cada año un rosal". Melodía que nos transporta a la fiesta religiosa más popular de Chile, la de la Virgen del Carmen de "La chinita" que con gran fervor celebramos cada 16 de julio. Es un día muy especial para nosotros del norte de Chile y feriado para todos.
A esta jornada llena de júbilo y recogimiento, llegaron este año, 15 mil bailarines y cerca de 250 mil feligreses. La devoción de miles de personas se apodera, participando en los actos programados. Llegar hasta la Virgen desde Calama en buses y stations, algunos caminando, otros de rodilla. La mayoría espera horas en largas filas para entrar a saludarla en la Iglesia, asistir a la celebración en las vísperas culminando con fuegos artificiales. Es impresionante ver subir y bajar por las curvas del alto cerro caravanas de luces de autos, fieles que vienen desde Iquique a la misa de medianoche en la explanada del templo.
Es impresionante sentir; como al acompañar a la Virgen en la procesión por el pueblo, adornada de naranjas y olor azahares; mezclamos nuestra religiosidad cristiana con el sincretismo pagano andino tradicional.
Cada año nos maravillamos al ver a los chinos, chunchos, gitanos, pieles rojas, tinkus, morenadas, y nuevos bailes, trajes novedosos. Desde Bolivia llegan los bailes con sus bandas de bronce que embriagan el ambiente con sus sonidos que no dejan de sonar por 10 días y que llevamos de regreso en nuestros oídos por largo tiempo.
Las diabladas con sus máscaras iluminadas guían nuestros pasos en las oscuras noches. Con alegría volvemos a ver amigos que sólo encontramos cada año en las fiestas. Bailarines, comerciantes de pululos, naranjas de pica, comidas, sopaipillas, viajeros acompañantes del bus.
Pareciera que a pesar del gran aumento de protestantes en Chile; aún la fe a la Virgen de La Tirana, sigue por generaciones intacta. Todos esperamos un milagro de la "Madre de la Misericordia" pidiéndole paz, justicia, salarios justos, protección contra los asaltos, robos y trabajos para todos, pues muchos chilenos y migrantes están cesantes.
Nancy Monterrey,
Escritora