Buscando consensos para los minicasinos
Más que una persecución por una razón de apreciaciones, debiera legislarse al respecto. Hay vacíos legales que les ha permitido seguir funcionando, pero no significa que tengan que desaparecer. El mejor camino sería legislar y regularlos.
Varios municipios del país se han enfrascado en una verdadera lucha contra los minicasinos, buscando algún resquicio legal para prohibir su funcionamiento en sus comunas, pero hasta hoy sin resultados positivos.
Se ha intentado el camino de los pagos de patente, permisos municipales, que son máquinas de azar, que es un juego ilegal, pero nada ha logrado el objetivo de los municipios por cerrar estos locales.
En nuestro país existe una ley de casinos, pero no existe una ley para regular estos llamados "mini casinos", donde no se ve ninguna intención de legislar por parte del Gobierno o los parlamentarios.
Mientras tanto, estas máquinas siguen aumentando en el país donde se contabiliza un total de 700 mil tragamonedas instaladas en almacenes de barrio y minicasinos que sólo pagan el IVA.
Entonces, si los mecanismos usados por los municipios para regular o terminar con estas máquinas no ha dado resultado, peses a todos los mecanismos usados para contrarrestarlos, la pregunta es por qué no se legisla frente a la presencia de estos lugares de juegos.
Así como la ley de casinos exige un porcentaje de lo jugado para devolver a los jugadores, pagar tributos al gobierno regional y a los municipios, debiera legislarse de forma parecida con este negocio que ya alcanza ingresos por 630 millones de dólares al año, según estimaciones del comercio minorista.
Otro tema, no menor, es que estas máquinas de juegos no están reguladas por ningún organismo y no se puede conocer qué porcentaje de utilidades retorna a los jugadores y tampoco está absolutamente claro si son de destreza o azar. Si fuera lo primero como asegura la agrupación de minicasinos, no se informa cuál es el porcentaje que vuelve a los jugadores, quedando al arbitrio del propietario de las máquinas.
Los almacenes o locales con tragamonedas autorizadas por los municipios atraen más visitantes que los casinos formales, porque son más numerosos, pero no hay regulaciones, aun cuando los municipios trabajan en este tema, tal como lo hace el municipio de Calama, que busca acciones legales contra los propietarios y representantes legales para sancionarlos con el fin de que cesen definitivamente esta actividad comercial.