Lutero, la batalla del evangelio
El evangelio alcanza a todo ser humano que respira, aunque no crea en Cristo, pero en algún momento tendrá la oportunidad de cambiar su vida.
En una breve mirada al pasado, en un instante de observación transgénica, viene a mí, un desfilar de caravanas de guerras. Guerras, grandes guerras, batallas, grandes batallas. Observo en un parpadeo de página, la guerra de los cien años, la de Arauco, la gran guerra, que se denominó a la Primera Guerra Mundial; sin embargo, hay una guerra que continúa generando batallas, esta es la guerra del evangelio.
Pienso, imagino y elucubro a Lutero en oración: "Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros" Salmo 18:29. Cuesta retroceder y situarse a un treinta y uno de octubre, hace ya cuatrocientos noventa y nueve años, e imaginar a un solo hombre enfrentando el poderío de los imperios de entonces; sin duda que Dios peleó la batalla de Lutero.
La batalla de un hombre dispuesto a liberar la palabra de Dios, a derribar siglos de ignorancia y de esclavitud religiosa. La batalla de hacer llegar la sagrada escritura a todo ser humano sin distingo ni condición, la batalla de liberar el creer que el justo por la fe vivirá. La batalla de hacer llegar la verdad, que la salvación llega por arrepentimiento personal mirando a Cristo, no al dinero ni a mandamientos extraños, sino a Dios.
La guerra por el evangelio continua cada día, con nosotros derribando muros que se erigen desviando el camino. La batalla que libró Martín, no es solamente un buen recuerdo, con un día exclusivo para una élite evangélica y protestante, sino que su significancia es tan amplia que alcanza a todo ser humano que respira, aunque no crea en Cristo, pues tiene la oportunidad de leer y cambiar su vida leyendo lo sagrado de Dios.
Honremos este treinta y uno de octubre a cada mujer y hombre que hace de su vida un evangelio, y del evangelio su vida.
Honremos sin olvidar, ni confundir este día, sin desperdiciar el fruto de esta batalla de vida eterna que originó Martín y su obediencia. Un abrazo fraternal a todos los que desbaratan ejércitos y asaltan muros, con Dios.
Sergio Lagos Luciano,
Pastor Evangélico