La misteriosa cruz que une a la región con la Guerra Civil de 1891
PATRIMONIO. A 126 años del inicio de una revolución que enfrentó a los chilenos, esta reliquia fue regalada a la ciudad de Antofagasta por el Presidente José Manuel Balmaceda.
Fue un 7 de enero, hace 126 años, cuando las salvas (disparos de advertencia) del crucero 'Esmeralda' retumbaron en la bahía de Valparaíso, anunciado a civiles y militares que la Escuadra Nacional se sublevaba al entonces poder Ejecutivo.
La noticia se expandió. Lo que fue por meses rumor para la población y tema de especulación para la prensa de la época fue confirmado. El Congreso Nacional declaraba la guerra al Presidente de la República, José Manuel Balmaceda, y éste a la vez no se quedaría impávido.
Comenzaba un controvertido capítulo de la historia de Chile. La Guerra Civil de 1891, donde la macrozona norte jugaría un papel fundamental.
Pero más allá de los acontecimientos que trascendieron en la historia, un objeto de poco menos de un metro de altura, custodiado celosamente por el sacristán de la Catedral de Antofagasta, es un mudo protagonista de las iniciativas que tuvo Balmaceda por conseguir el apoyo de la Iglesia. Específicamente al clero de nuestra ciudad.
Archivos
Hace unas semanas, el Arzobispado de Antofagasta desclasificó sus históricos archivos para trasladarlos a dependencias más seguras en la Universidad de Antofagasta (UA).
De los cientos de añosos documentos y objetos salió a la luz un crucifico que figura dentro de los tesoros del recinto.
Este fue un regalo que hizo personalmente el Presidente José Manuel Balmaceda para obtener de alguna manera el apoyo de la iglesia.
El presente fue entregado por el mandatario en 1886, cuando había asumido como mandatario, y con este gesto trataba de ganar nuevamente la confianza del mundo eclesiástico, con quien tenía una resentida relación debido al apoyo que prestó al gobierno de Domingo Santa María (1881-1886) donde se promulgaron las leyes laicas.
Recibimiento
El obispo a cargo de recibir la donación fue el sacerdote Florencio Fontecilla Sánchez, que constató en un acta la recepción del Cristo.
Sin embargo, al poco tiempo, la autoridad religiosa partió a La Serena, asumiendo como nuevo obispo, monseñor Luis Silva Lezaeta, quien constató en un inventario el valioso objeto que decoraba su oficina.
"Un crucifico de madera con clavos y adornos de oro de 0,95 centímetros de alto con el pedestal. Perteneció al oratorio del Palacio de La Moneda y fue obsequiado por el Presidente, don José Manuel Balmaceda en 1886 a la vicaría apostólica de Antofagasta", reza el documento fechado en 1919.
Derrota
A la luz de la historia, el regalo poco sirvió para mejorar las relaciones entre el Presidente y la Iglesia. Ya en 1891 la relación entre Balmaceda y el Congreso eran insostenibles (el Presidente abogaba por invertir el erario nacional en obras públicas, mientras que el congreso frenaba sus proyectos).
En enero de ese año comienza la Guerra Civil (la Armada apoyaba a los congresistas y el Ejército quedó leal al Presidente). En el norte hubo enfrentamientos en Pozo al Monte y Huara, y aconteció un desembarco de tropas rebeldes en Coloso.
Para septiembre el gobierno ya había fracasado. Después de las batallas de Concón y Placilla, las tropas revolucionarias terminaban con los últimos vestigios de la era balmacedista. Esto mientras el presidente se suicidaba en el anonimato.
A 126 años del episodio histórico, la cruz que alguna vez tuvo la misión de congeniar con las autoridades católicas, yace custodiada como una de las máximas reliquias de la Catedral de Antofagasta, sin haber cumplido la misión.
1886 obsequia el Presidente José Manuel Balmaceda el crucifijo que hoy guarda el arzobispado en sus dependencias, que hasta hace unas décadas era utilizado en importantes liturgias.
51 años tenía José Manuel Balmaceda al momento de jalar el gatillo del revólver que apuntaba a su sien. Esto la madrugada en que concluía su mandato presidencial.
0,95 centímetros de alto tiene el crucifico que regaló el entonces Presidente al reciente Vicariato de Antofagasta. El objeto religioso formó parte de la capilla del Palacio de la Moneda.