No hay urbe o país que no tenga vendedores ambulantes, pero se requiere un ordenamiento de ellos, con una cantidad de permisos, con lugares definidos y sobre todo que cumplan con algunas normas básicas para vender sus productos.
Otro tema que también debiera considerarse para otorgar los permisos es la condición familiar de los interesados, dando preferencia a aquellas personas que por limitaciones físicas o de salud no pueden desempeñarse en otro oficio.
En Calama, en el último tiempo y con motivo de los arreglos que se realizan en el paseo Ramírez, la gran cantidad de vendedores callejeros se han instalado en calle Latorre, afectando el desplazamiento de peatones y además saturando esta arteria por donde pasa casi toda la locomoción colectiva de la ciudad hacia el norte.
Ante esta realidad, las autoridades municipales deben tomar medidas, aunque resulten duras, para poder ordenar el trabajo de estos vendedores que tienen poco de ambulantes ya que se instalan en un lugar determinado.
El tema resulta complejo y necesariamente debe pasar por el área social del municipio, para poder resolver cada caso, pero al mismo tiempo pensando en el ordenamiento de la ciudad, más aún con un moderno paseo y plaza, que serán inaugurados próximamente.
La actual administración está elaborando una fórmula para terminar con el caos que se aprecia en el sector céntrico, y es de esperar que la solución sea la más justa para todos, privilegiando los antecedentes de salud y sociales de los involucrados.
Aquí no se trata de eliminarlos de raíz, sino de ordenarlos, distribuirlos mejor y asesorarlos para que cumplan con las normas básicas y que trabajen también en contra de la delincuencia que a veces se instala en los sectores céntricos, como "mecheros" y "ladrones de tiendas", entre otros.
Otro aspecto interesante, sería que pudieran tener un estilo definido con sus puestos de trabajo, y uniforme, de manera que sean un atractivo para la ciudad.