138 aniversario de la anexión de Calama
La batalla de Topáter marcó un antes y un después en nuestra zona, pero debemos ir cerrando ciclos para crecer integralmente. Si bien es cierto que debemos recordar la gesta bélica, es necesario avanzar, porque hay desafíos pendientes que nos llevan a mirar hacia adelante en forma optimista y con esperanza.
Calama recuerda una vez más la gesta de Topáter donde tanto ciudadanos bolivianos como chilenos dieron su vida en un conflicto que precedió a la Guerra del Pacífico y donde nuestro país anexó definitivamente estos territorios a su jurisdicción.
Han pasado 138 años de aquel hecho ocurrido en el vado de Topáter a orillas del río Loa, y desde ese momento se ha producido un largo peregrinar para dar un sitial preponderante a esta ciudad, dentro del desarrollo que ha experimentado nuestro país.
Como ha ocurrido históricamente esta zona ha generado importantes recursos a la nación, pero no necesariamente fue compensada por esa condición, mientras que su población por mucho tiempo sufrió la postergación y el desprecio del centralismo, tanto en la época del salitre como en los primeras décadas de la explotación del cobre.
Calama, situada en el corazón de la Segunda Región y lejos de las grandes urbes debió resignarse a una constante postergación que recién en las últimas dos décadas se fue revertiendo producto de autoridades más preocupadas de la zona, de mayores recursos generados por el alto valor del cobre, y por la voz de personas de la zona que levantaron la voz ante tantas promesas incumplidas.
Por eso, creemos que debemos cerrar ciclos, terminar con discriminaciones, diferencias culturales y étnicas, para buscar la unidad que nos permita crecer integralmente, respetando nuestros espacios, creencias, raíces, para convertirnos en una comuna que sabe su destino, su norte, cuáles son sus anhelos y cómo lograr la realización plena como comunidad, y que no necesariamente pasa por tener más riquezas, sino que una vida tranquila y buena calidad de vida.
Calama está cambiando, pero como sociedad debemos tener una mirada clara de lo que esperamos, de cómo construir un mejor entorno, de cómo ser mejores personas, sobre todo de cómo avanzar sin tener que denostar o despreciar a los que están a nuestro lado.
Sólo de esta manera podremos construir una gran Calama que sea del deleite de todos los que vivimos aquí.