En nuestros escritos siempre aparece en los poemas, y prosa; el sol, pueblos atacameños, el alto del Loa, minas, salitreras y oasis llenos de observatorios escuchando el sonido de los astros y estrellas que están en la inmensidad del universo.
Nuestro desierto ayer estuvo lleno de gente viviendo y trabajando en las oficinas salitreras y campamento minero de cobre, quedando hoy, solo pueblos fantasmas, de los salitreros, azufreros y mineros de cobre; donde todo huele a pasado con poblados y cementerios que se miran frente a frente, ciudades paralelas de la muerte donde viven, de noche, los fantasmas y penan, en el día, los vivientes.
Ubicados en la ruta de los incas, al lado del inmenso mar de sal, hoy depósito de Litio, y mirando los ripios de la anciana mina de cobre de Chuquicamata que cansada de tanto mirar al sol, la luna de noche, y sentir el inmenso viento de altura, se bajó al subterráneo, esperando volver a trabajar.
La cadena de cerros de Los Andes está lleno de escritos, en piedras tatuadas indicando lugares, tambos, donde podían descansar los chasquis, que corrían llevando mensajes, escritos en nudos de tejidos o transportando pescado desde la costa al alto del Loa. Hay también dibujos de llamas y pescadores en sus botes en el río, en Ayquina, pastores atacameños llevando su ganado, dejándonos mensajes grabados para que recordáramos que vivieron allá en un pasado, después que el mar se retiró dejándonos el inmenso salar.
La cadena de volcanes, decorada con sus cúspides de blanca nieve, vestidos de bórax y amarillo azufre, siempre vomitando fumarolas, está completando el paisaje del silencio de la inmensa soledad. Espacio abierto del azul del cielo y el desierto, llenando los atardecer de maravillosos ropajes de colores que admiraré entre chircas, y pimientos flores fragantes de luz calameñas, cuando nuevamente esté bajando desde mi querido Chuquicamata, después de oler la tierra y piedrecillas con que el viento golpeará mi rostro y guarde mis pasos que marcaré junto a miles de pisadas que dejaremos los que acudamos al mineral a celebrar un año más.
Nancy Monterrey Caro,
Escritora chuquicamatina