Arriba quemando el sol
El campamento mudó a Calama y sus familias se han integrado, pero parte de su corazón ancló en el mineral.
Por una u otra razón estamos ligados a Chuquicamata. En mi caso, por mi madre, que nació en el vecino mineral y sus nostalgias se remiten al barrio de Las Normac. Hoy, su deseo, como el de tantas familias, es visitar por algunas horas el histórico campamento.
Quienes no somos oriundos de Chuqui, también reconocemos su legado para Chile. Si bien, en el último tiempo vemos el surgimiento de nuevos yacimientos de cobre en el país, nunca igualarán a Chuquicamata.
Porque mientras en el rajo, la planta, los talleres, bullía el trabajo de obreros y empleados; al lado, en el campamento, las escuelas, el comercio, el estadio, los cines, tenían vida propia.
En la ceremonia de aniversario, en la parroquia El Salvador, el gerente general de la División Chuquicamata, Sergio Parada, dijo que la verdadera capital de la minería es la provincia El Loa y yo comparto ese punto de vista.
Porque es aquí donde se concentra la mayor cantidad de cobre en el mundo. Además, Chuquicamata, en su condición de estatal, marca la gran diferencia al destinar todos sus excedentes para mejorar las condiciones de vida de nuestros compatriotas.
La historia nos recuerda que fue un 18 de mayo de 1915, cuando el Presidente Barros Luco, desde Santiago, presionó un botón que activó la planta de Tocopilla y energizó a Chuquicamata.
Más de cien años han transcurrido desde entonces y hoy la mina Chuquicamata, desde ese "cráter de ordenado volcán", que nos habla Neruda, transita a la explotación subterránea, revelando la nobleza de sus vetas y el temple de su gente.
El campamento mudó a Calama y sus familias se han integrado a la ciudad, pero parte de su corazón ancló definitivamente en Chuquicamata. Haciendo eco de ese sentimiento, la Presidenta Bachelet declaró a Chuqui como zona típica y monumento histórico, gestión que encabezó el diputado Marcos Espinosa.
Mi reconocimiento a los obreros pioneros y un lamento de Violeta Parra, para esas "hileras de mujeres, frente al único pilón, cada una con su balde y su cara de aflicción y arriba quemando el sol".
Eduardo Ochoa Navea,
Gobernador (s) de El Loa