Willy Briceño
Lo que partió como un terreno para dar solución habitacional a los trabajadores y grupos familiares del campamento minero de Chuquicamata, se transformó con el paso del tiempo en la peor pesadilla de las autoridades locales que pretendieron concretar el desarrollo de la capital de El Loa.
En su momento fue considerado como el lunar más oscuro de la ciudad, ya que la falta de urbanización impidió que se llevarán adelante algunos significativos proyectos en la exfinca San Juan de Calama, también conocida como población Anaconda por los primeros beneficiados con sitios que fueron comercializados a personas naturales o traspasados como sucesiones o herencias de generación en generación.
Pero cómo partió esta iniciativa de la empresa minera estatal en 1960. La explotación de la cuprífera comenzó en pleno apogeo, con diversas organizaciones sindicales que agrupaban a los trabajadores por áreas laborales, llegando a contar con más de diez organizaciones sindicales, que con el transcurrir del tiempo fueron unificándose para sumar fuerzas en sus demandas laborales.
La falta de viviendas para los trabajadores que residían principalmente en la ciudad, originó que la empresa entregará los sitios ubicados en el sector de la exfinca San Juan a los sindicatos mineros, a través de un convenio con la Municipalidad de Calama. Es así, como estos debieron inscribirse en sus respectivas organizaciones gremiales para acceder a dicho beneficio sin costo para ellos.
Sin duda, que la iniciativa era destacable dadas las condiciones y características de la capital de la provincia El Loa. Pero, en el gobierno de Eduardo Frei Montalva (Q.E.P.D.), se determinó la utilización del 5% de las utilidades del cobre contemplada en la Ley 19.959 para la construcción de viviendas entre 1970 y 1976, donde se edificaron en la primera fase tres mil 917 casas correspondientes a las villas Ayquina, Ascotán, Caspana 1ª y 2ª etapas, Exótica y una parte de la Romilio Concha.
Problemática sin solución
Esta situación en vez de solucionar terminó por acrecentar la problemática de las personas que eran dueñas de terreno en el sector de la exfinca San Juan, ya que se acogieron al beneficio de las viviendas que construyó la empresa minera estatal, sin renunciar a los terrenos que contaban en este punto de conflicto en la ciudad de Calama.
Tal vez porque nadie llegó a pensar que con la edificación de las viviendas en las villas Ayquina, Exótica y Romilio Concha este sectorial comenzó a ser tomado en cuenta como un punto neurálgico de la ciudad. Pero como eran privados los propietarios tampoco podría invertir el gobierno para solucionar el tema de la urbanización que impedía el desarrollo en dicho sector de la comuna.
La falta de edificaciones, tal como acontece en la actualidad, con el centro comercial y hotel que fueron levantados en la inmediaciones de avenida Balmaceda, se transformó en un punto de contaminación por polución para los residentes de las villas Exótica y Romilio Concha en el área nororiente de la ciudad.
La lucha de los dirigentes vecinales de la época estuvo marcada como una demanda ciudadana, donde contó como uno a sus caudillos al extrabajador de Chuquicamata, José Díaz Aprosio, quien propuso una barrera natural con la forestación de árboles en el área para mitigar la contaminación.
Tras el gobierno militar y el retorno a la democracia surgió otra vez la lucha por urbanizar este sector ubicado en un punto estratégico de la ciudad, tanto es así que con gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle, se planteó la alternativa de adquirir estos terrenos, que ya contaban con un precio en el comercio de la época que fluctuaba entre los 800 mil y un millón de pesos.
Solución
En esta tarea de buscar una solución se sumó el entonces concejal de la Democracia Cristiana, Rodolfo Marangunic Miranda, quien en reunión con su correligionario de la DC, Eduardo Frei Ruiz Tagle, estimó que la solución pasaba por los 600 millones de pesos, algo que si se considera que en la actualidad los sitios de 375 metros cuadrados son comercializados desde los 90 millones hacia arriba.
Es decir, que el metro cuadrado de estos sitios urbanizados que no les costaron ningún peso a los propietarios, en la actualidad alcanza a las 9 unidades de fomentos (UF).
Sin duda, un negocio redondo para algunos, aunque también han debido invertir en trámites legales y también han sido víctimas de embaucadores que los han defraudados.
Pero todo intento por solucionar la problemática fue superada por los intereses políticos de la época, ya que la propuesta del concejal de la democracia cristiana fue adoptada como suya por el alcalde de aquel entonces, Edwin Rowe Molina (Q.E.P.D.), que organizó diferentes encuentros que no tuvieron un final feliz.
Tras una serie de iniciativas que no prosperaron en el 2012 se inició la urbanización de este sector que estaba ubicado entre varias poblaciones de la ciudad, O'Higgins y Prat, además de la Villa Exótica y centro. Con esto se permitió la apertura de algunas arterias (pavimentación, alumbrado público y demarcación de las mismas), que en época de gran flujo vehicular por dicha área de las multitiendas comerciales permite disminuir los tacos originados por el proyecto de la repavimentación y ampliación de la avenida Balmaceda de Calama.
Barrio cívico
Tras el retorno a la democracia, con la elección popular de los ediles, concejales y alcalde de la comuna, el concejal de la democracia cristiana, Rodolfo Marangunic Miranda propuso la iniciativa de transformar este espacio en un barrio cívico, que contará con la casa consistorial, además de otros servicios públicos.
Si bien, la idea era buena no logró contar con el respaldo necesario de las autoridades de turno, ya que el seccional era propiedad de privados, donde la inversión pública no era posible por aspectos legales, como tampoco se llegó a la denominada expropiación que generaba la perdida de recursos económicos de los propietarios de estos terrenos, al ser adquiridos a los valores establecidos de acuerdo a la tasación pública.
Incluso, se planteó hacer caja con la venta de algunas propiedades municipales, ya que el monto de la inversión superaba los mil 500 millones de pesos.
Pero al no contar con las voluntades políticas de la época, se comenzaron a vender de manera parcelada los paños que fueron adquiridos por privados, iniciándose de esta forma que se levantarán distintos comercios que cambiaron el rostro de este sector que pretende transformarse con el paso del tiempo en el punto neurálgico de la ciudad.
En el 2015, con Esteban Velásquez Núñez en el municipio local, se plantearon diversas modificaciones al plano regulador de la ciudad, que permitirían las construcciones en altura y con ello mayor polo de desarrollo en la capital de la provincia El Loa. Pero sobretodo en la exfinca San Juan (población Anaconda), donde apostaban a construir el moderno barrio cívico en torno al edificio consistorial y a una plaza ciudadana que se emplazaría en dicho lugar.
Así como otras iniciativas que son dadas a conocer con "bombos y platillos", nada de aquello fue concretado, al igual como otros proyectos que eran justamente aquellos proyectos para el desarrollo de una ciudad.
"Estimó que la solución en aquella época del retorno de la democracia pasaba por los seiscientos millones de pesos, algo similar a un millón por sitio solicitaba los propietarios que querían una solución"
Rodolfo Marangunic
exconcejal de Calama"
"La idea del barrio cívico vendría a solucionar esta problemática con la expropiación de estos terrenos. No debemos de olvidar que este aporte de la empresa estatal fue para concretar una solución habitacional de los trabajadores de la estatal minera"."