Adiós a un amigo
Impactados, pero no amargados, sabemos que la pérdida, es ganancia para aquellos que hemos sido restaurados y redimidos por Jesús.
Se ha marchado de este mundo un siervo de Dios, su nombre Rubén Rodríguez, un formador, un visionario un maestro en la formación de muchos; de muchos que deambulábamos por las calles sin rumbo fijo ni objetivos en la vida, de hombres y mujeres, jóvenes y niños que no conocíamos que el ser sin Dios, es inexistencia de vida. Pastor de vocación, que dejó una vida profesional por servir a Cristo, a luchar por amar como Dios ama, a servir como Jesús sirvió en la tierra, a vivir con mucho y con poco, con muchos y con pocos. Su vida en este mundo se ha extinguido, sorpresivo y rápido, sin aliento nos ha dejado. Complejo es entender lo que es la muerte más si se trata de personas queridas que han olvidado sus intereses por cumplir un ministerio: El llamado de Jesús.
Hoy Rubén obedeció a otro llamado, cumpliendo su tiempo, nos deja con un grato hasta pronto, con grandes enseñanzas de Jesús que perduran más allá de los propios huesos; nos enseñó la obediencia a Dios, a vivir en su señorío, a no desfallecer en la eterna búsqueda del conocimiento genuino de Cristo. Trabajó incansable en estas tierras evangelizando sin mirar a quién, siempre dispuesto a entregar una palabra de restauración y de esperanza; varias veces vilipendiado, pero pagando el costo de ser siervo de Jesús, no le importaba, su grandeza de hombre sapiente en Dios, le daba una autoridad pocas veces vista. Hoy está en donde anhelaba estar, más cerca, junto al Cristo amado. En tanto nosotros continuemos la batalla de la fe, anhelando que el mensaje de salvación que nos enseñó en su particular forma de compartir, sea replicado en et aeternum.
Tristes, impactados, pero no amargados, sabemos que la pérdida, es ganancia para aquellos que hemos sido restaurados y redimidos por el amor sin límite de Jesús. Invito a todos a quienes le conocieron dar gracias a Dios, por haber tenido el privilegio de haber sido enseñados en la revelación del milagro de nacer de nuevo por el sacrificio de Cristo en la cruz.
Sergio Lagos Luciano,
pastor evangélico