En mi columna anterior relevé el rol de la alianza público - privada - comunidad para el desarrollo sustentable, en un contexto de demandas sociales nuevas, emergentes y de bien común. Hoy mi propósito es reconocer a uno de estos actores como el más preponderante a la hora de construir respuestas de beneficio social, a mi entender, es la comunidad, sin embargo no cualquier comunidad, y de eso vamos a tratar.
La comunidad y su reconocimiento en términos del aporte a mejorar los niveles de bienestar de la población toda no es reciente, a lo largo de la historia de nuestro país nuestra trama social siempre ha tenido la presencia de la comunidad, organizada, en términos de objetivos comunes y representativa de una dimensión de la realidad, que ha variado en función del contexto económico, político y social, principalmente. Hoy, esta representación alcanza mayor valor social porque se hace cargo de temas públicos, entendidos como transversales, equitativos y de bien común, dejando relegado la resolución de problemáticas privadas, que sólo responde a una realidad particular y específica.
También hablamos de comunidad organizada, es decir, estructurada y formalizada para actuar con las potestades necesarias de representatividad y decisional. Ésta estructura les permite actuar organizadamente en función a los objetivos que la mueven, donde esto no sólo significa la formalidad, sino que también conlleva los necesarios liderazgos internos que visibilicen a la organización con la fortaleza suficiente para poner en marcha el motor de cambio que promueven.
Entonces, ¿por qué hoy se demanda una comunidad organizada con las características ya descritas?, porque es la única capaz de representar, ante los niveles jerárquicos, las necesidades, problemáticas y anhelos de la ciudadanía toda, y participar activamente en la construcción colaborativa y responsable de las soluciones, mejorando con esto los niveles de certeza de la pertinencia, efectividad y oportunidad de las respuestas.
Con el rol activo que observamos en la comunidad, más el compromiso del sector privado que se demuestra con una verdadera vocación social y las acciones del Estado, entendiendo el territorio como diverso y con múltiples necesidades, es posible pensar en el esperado Desarrollo, pero efectivamente sustentable.