Coherencia DC
Si como dice Carolina Goic, la DC "está fuera de la Nueva Mayoría". ¿Qué hacen todavía sus militantes ocupando cargos en el Gobierno? ¿No deberían renunciar?
Rodrigo Reyes Sangermani
Familia Rincón
El 19 enero de 2013, tras imponerse a Ximena Rincón en la primarias de la DC, Claudio Orrego dijo: "Lo mío fue brutal", en relación al exiguo respaldo de la falange para su campaña presidencial. Entonces, lo que le ocurrió a Carolina Goic en la última Junta de la DC sería "para olvidar", cuando las bases de su partido confirman la candidatura de Ricardo Rincón a senador, a pesar de la postura en contrario de la senadora por Magallanes, debido a la acusación de violencia intrafamiliar en contra del diputado.
Definitivamente, la familia Rincón ha sido protagonista de las dos últimas candidaturas presidenciales de la DC, en el fracaso de Orrego el 2013 y hoy en la "quitada de piso político" a Goic por lo anteriormente expuesto.
Luis Enrique Soler Milla
Democracia Cristiana
DC al Coda en música significa "de la cabeza a la cola" o repetir desde el comienzo. El término recuerda a la DC y su situación política, que de haber tenido presidentes electos a la cabeza, ha pasado a la cola. En su caso, para volver a la cabeza necesita primero mostrar unidad y así orientar a sus militantes que no saben "pa' onde tirar" como diría el huaso. Si sus asociados se muestran desunidos, hay que imaginar lo que sucede con sus simpatizantes, cantidad no despreciable, que buscarán hacia la izquierda o derecha su opción de voto. De los hechos, hay que dilucidar las razones: no preparó un líder para reemplazar a Frei después de su derrota en 2010 y prefirió unirse a partidos de izquierda, olvidando sus principios y valores cristianos. Carolina Goic ha sido derrotada dentro de su propio partido, porque parece representar al sector de centro. En música es fácil pasar de la cola a la cabeza, en política muy difícil. ¿Signos de agonía?
Marcos Concha Valencia
Estamos muriendo mal
En un texto ya clásico titulado 'Morir en Occidente', Phillipe Ariès constata que el fenómeno de la muerte se ha visto envuelto en toda una serie de cambios sociales y culturales a nivel civilizatorio, y que marcan amplias diferencias con cómo la evaluamos hoy.
La medicalización de la muerte y el aislamiento de quienes van a morir en clínicas y hospitales, como lo mencionó el doctor Alejandro Koppmann, es reflejo de un distanciamiento profundo respecto a la familiaridad que la muerte tenía en el pasado. Hoy la muerte parece ser repugnante. "Hay una motivación de la mentira en el deseo de proteger al enfermo; también evitar el malestar y emoción provocada por la agonía en medio de la felicidad de la vida […] ya no se muere en la casa, se muere a solas en el hospital y sin ritual".
Si en el pasado la muerte significaba liberación, no sólo del muerto, sino fundamentalmente liberación del dolor por la pérdida; hoy día -según Ariès- hay una represión del dolor y una angustia que se lleva por dentro. Resultan obscenas las manifestaciones públicas de dolor. Esto lleva a lo que Ernest Becker llama la 'negación de la muerte', el hecho psicológico esencial en donde la realidad misma se oculta en esta idea de superar a la muerte, donde es necesario reprimir el dolor porque éste representa el triunfo de Thánatos (Tolstoi, a partir de Iván Ilich, muestra magistralmente este proceso). Parece ser que, hablando de forma laxa y general, en Occidente hay un alejamiento de lo que la muerte involucra y un ocultamiento de la verdad de nuestra mortalidad.
Quizás por eso Heidegger proponía el camino contrario: el de hacer la muerte completamente transparente y aceptar que somos un ser-para-la-muerte cuya finalidad definitiva e inevitable se declara como un universal. Las consecuencias prácticas de esto, pensando especialmente en este país, es la de preparar el camino -por así decir- para un 'buen morir'. Este será, posiblemente, el próximo gran debate moral que enfrentará la nación, esto es, si deben los sujetos individuales tomar las riendas no sólo de su vida, sino también de su propia muerte, especialmente, para casos donde los sufrimientos previos resultan ser intolerables.
Guido Larson Bosco, U. del Desarrollo
Historia no aprendida
Todo lo que Venezuela ayer admiró y apoyó a nuestro país en los inicios de la década de los setenta, hoy lo está viviendo en carne propia.
Sin suministros, sin abastecimiento ni medicamentos, hambre, emigración, éxodo, sin libertades ni legalidad y todo concentrado en el poder político del Estado y con intención de un mayor empoderamiento.
Lamentable. No aprendieron de la historia de un país del vecindario.
Rene Zapata Valiente