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Cuidemos lo que somos, aprendiendo a diferenciar la verdad de aquella que parece verdad, a discernir la verdad de la atractiva mentira.
"Hay más de ciento veinte mil personas, que no saben discernir" (Jonás:4:11): Parte de la respuesta de Dios al enojado profeta Jonás, después de haber salvado a más de ciento veinte mil personas de la muerte en la antigua ciudad de Nínive.
En este tiempo, lleno de cambios vertiginosos que marea nuestro entorno, se hace necesario, más que nunca, cultivar este regalo de Dios, para saber diferenciar lo bueno de lo malo.
Durante el año 2016, el diccionario Oxford seleccionó la palabra del año: "Post-verdad" como la más utilizada. Este es un concepto que describe a una sociedad que se deja llevar por la emoción, y por el pensar del momento, antes que la verdad de los hechos. Influidos por un poder inimaginable y floreciente de las redes sociales. basta un simple twitter, una foto adulterada en Facebook, para que multitudes empaticen y asuman hechos, antes de la veracidad de lo acontecido.
El engaño, la tergiversación de la realidad, hace muchas veces difícil no caer en esta corriente liviana de opinión. Si sumamos a destacados medios de prensa, que han confiado en fuentes no fidedignas, originando una opinión pública masiva y errada, tal vez, sin él ánimo del engaño, pero a la postre resulta una falsa noticia. ¿Y cómo recogemos las plumas diseminadas por el viento? ¿Cómo despejamos la nebulosa de la falsa creencia?
En tiempos del profeta Ezequiel, Dios mandó a los sacerdotes a preparar a los ciudadanos: "Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio (Ezequiel 44-23).
Cuidemos lo que somos, aprendiendo a diferenciar la verdad de aquella que parece verdad, a ser guiados por la luz de las sagradas escrituras, considerando además que este año es un período de elecciones presidenciales y parlamentarias, proceso en que lo irreal y la demagogia sobreabunda. Aprendamos hacer buen uso de las redes, a elegir bien a nuestras autoridades, a discernir la verdad de la atractiva mentira.
Sergio Lagos Luciano,
pastor evangélico