Queridos lectores: Este mes de Agosto tiene especial sentido en Chile, por una parte está dedicado a celebrar el Mes de la Solidaridad a propósito de San Alberto Hurtado, -hombre que tanto bien sembró en nuestra patria- y coincidentemente el mes dedicado al corazón.
Digo coincidentemente pues a este último órgano lo consideramos como la fuente desde donde brota el amor y nuestra mejor actitud hacia el prójimo o nuestros hermanos, pero también cuando está enfermo, fuente de mal. Así el hombre se debate entre salud y enfermedad, amor y odio.
El corazón, este noble órgano que nos conminan con mayor énfasis en este tiempo a no descuidar, por tanto es una invitación particular que nos hacen los médicos, a chequear, y proteger, cuidando la alimentación y estar atentos a su condición para que siga vigoroso y dándonos vida.
Eso es precisamente lo que hace el doctor de doctores que es nuestro Señor, cuando nos plantea lo importante que es para nuestra propia vida, "la donación", ese valor que tantos hombres de buena voluntad ponen en práctica en favor de los más necesitados. -No cabe duda que sus corazones laten más vigorosos por el amor derramado-.
Al mismo tiempo y para desdicha nuestra, son tantos los ejemplos de corazones enfermos en donde la miseria humana nos golpea, donde el odio se enfrenta al amor para destruirlo. Caín no soportaba a Abel, bueno e inocente y le da muerte. (Gn.4, 8)
Sin embargo, tenemos a ese médico que es Jesucristo, que con su ejemplo nos regala el mandamiento más importante, "Que nos amemos los unos a los otros, como el nos ha amado". (Jn.13, 34) Es esta lección de infinita misericordia, tan bien aprendida y puesta en práctica por el buen ejemplo hombres y mujeres, la que nos da esperanza y refuerzan la convicción de que es posible que corazones honestos y sanos, despierten la certeza que existe algo más fuerte que el odio y la maldad. Es la Fe en el bien que podemos hacer.
En este mes, preocupémonos de cuidar nuestro corazón, que de éste, emanen frutos benditos de amor y misericordia.