En mi infancia alejada del obsceno modernismo consumista, solíamos ocupar los espacios públicos, apropiándonos de ellos lúdicamente, mediante juegos en extinción o eternas pichangas, con arcos de piedra, interrumpida por el tránsito vehicular o el reclamo de algún amargado vecino, cuya respuesta al unísono, era, "La calle es libre".
Detrás de esta afirmación, a mi juicio, subyace el profundo sentido del deambular de parte de las personas afectadas por la cuestionada ordenanza municipal en Antofagasta, que entre otras materias, regula la presencia de vagos y mendigos en la vía pública y su pernoctación en ella, y el ejercicio de actividades artísticas y/o de subsistencia en las diversas intersecciones viales de la ciudad.
Hoy no se trata del deambular de extraños como el viejo del saco, gente insana mentalmente, o uno que otro vago o mendigo conocido en el cotidiano barrial de antaño. Hoy se trata de "combatir e invisibilizar" al otro, a un igual, en tanto ser humano con garantías y derechos, como ocurrió allá por el 2006 cuando el exalcalde Adaro, quiso vía policial, revivir la ley de estados antisociales y dar aplicación al derogado delito de vagancia y la mendicidad, (1998) construido sobre la base sancionar las formas de ser y estar en el mundo, por sobre lo que las personas hacen o exteriorizan en el cotidiano social, acorde con un estado democrático de derecho; tal como acertadamente apunto el colega, que interpuso la acción de protección contra dicha ordenanza, cuyo resultado preliminar es la paralización de su aplicación y la espera de la respuesta municipal para que explicite e informe razonadamente, a la Corte de Apelaciones, y comunidad antofagastina, los fundamentos de una regulación de rango legal inferior, cuya aplicación violenta garantías constitucionales.
En este orden de ideas, el considerando tercero de la ordenanza, hace alusión a retribuciones económicas por el arte callejero o servicios de subsistencia, mediante amenazas o coacción. Si esto es cierto, el mecanismo es la denuncia por la comisión del delito de amenaza.
Lo cierto es que es posible, como lo dijimos por este medio el año 2006, reconducir la temática hacia a la prevención situacional, y la intervención económica, psicosocial y sanitaria; y por ahora la calle aun es libre, salvo mejor parecer de nuestra Ilustrísima Corte de Apelaciones.
Roberto Vega Taucare,
abogado Defensoría Regional de Antofagasta