Historias de tres personas transgénero: el complejo inicio de una nueva vida
DIVERSIDAD. Esta semana el Hospital de Antofagasta puso en marcha un protocolo de atención para personas con disforia de género. Cincuenta y siete pacientes reciben tratamiento para una reasignación de sexo.
Andrea lleva varios años parándose frente al espejo sin reconocerse. La persona que ve en el reflejo no la convence. No se siente conforme. Intuye que algo no cuadra entre su apariencia física y lo que siente. Son dos personas totalmente diferentes. Una condición que, incluso, la llevó en repetidas ocasiones a atentar contra su vida, apremiada por saber quién realmente es. Ya no aguantaba más.
A los 10 años de edad comenzó a ponerse la ropa de sus hermanos cuando nadie la veía en la intimidad de su habitación. "Cuando me ponían ropa de niña sentía que me estaban forzando y disfrazando de una mujer", confesó.
Este simple acto de rebeldía contra lo socialmente establecido significó para Andrea su primer acercamiento a una realidad que desconocía al igual que muchas otras personas: reconocerse como una persona transgénero.
"Esto pasó entre los 10 y 13 años en que empecé a tomar una apariencia masculina. De hecho, siempre pensaba qué me está pasando porque sentía atracción por las mujeres pero no lo veía como un deseo sexual. Me ponía la ropa de mis hermanos y me miraba al espejo y era tan diferente. Me gustaba mucho esta apariencia masculina. Para mí fue súper complicado a esa edad porque en ese tiempo no se veía mucho ser transgénero. Pese a todo creo que ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida", asegura.
Nueva vida
Hoy a sus 22 años, de Andrea solo queda el nombre en su carnet de identidad y está a la espera de una intervención quirúrgica que le permita borrar todo rastro de aquella persona que nunca sintió ser.
A la espera de que aquello ocurra, Alonso, ahora su nombre masculino, se sometió a un tratamiento hormonal que le permitió tomar un aspecto masculino, incluso, su mentón luce una pequeña barba que da cuenta del cambio físico que ha experimentado y que hoy lo tiene feliz.
Pero no todo ha sido fácil para él en este transitar, ni para ninguna de las personas con condición de disforia de género, un diagnóstico psiquiátrico designado a las personas que sienten discordancia entre su identidad de género y su género o su sexo asignados al nacer, con los que no se identifican ni sienten como propios.
Transición
Hace dos años el Hospital Regional de Antofagasta implementó la Unidad de Identidad de Género para satisfacer la demanda creciente de atención sanitaria de la población transgénero y transexual de la región.
Actualmente son 57 las personas que se encuentran en proceso de transición de género y sexo, que incluye una serie de pasos de evaluaciones de salud mental, tratamiento hormonal y quirúrgicos, y seguimiento postquirúrgicos para lograr el cambio deseado.
Carla Fibla (47) también es transgénero y ocultó su condición hasta los 25 años.
"Fue más que nada porque mi mamita que me crió había fallecido hace cinco años y ahí fue cuando explotó todo. Tuve que de alguna manera juntar un dinero porque íbamos a perder el nicho donde estaba, por lo que tuve que hacer bingos solidarios con show de transformista. Decidí hacerlo y no me importó si la familia que tenía me aceptaba o no".
Pero para Carla el problema nunca fue su familia. Por el contrario fue donde más apoyo recibió. La discriminación de la que fue víctima vino de la misma sociedad.
"En mi caso fue más por el asunto laboral. Cuando opté por esta vida de ser transgénero no sabía lo que se me venía encima porque antes era independiente, tenía mi almacén y me gobernaba yo sola. Después que cerré ese negocio viví la realidad del transgénero, o sea, no poder conseguir trabajo. Muchas veces fui a entrevistas donde efectivamente necesitaban gente, les pasaba mi currículum que tenía nombre de chico y entre paréntesis le colocaba mi nombre de chica. Finalmente nunca me llamaban por ser transgénero", contó.
"Yo les decía -continúa- que era discriminación y si acaso me querían ver parada en la esquina ejerciendo la prostitución. Porque es a lo que nos están empujando. A raíz de esto decidí cambiar mi nombre a través de tribunales y felizmente lo logré. Después fui a buscar trabajo donde mismo no me recibieron y finalmente me dieron trabajo", explica Carla, quien desde hace dos años trabajan en una maestranza.
Andrés Brito (23) también supo desde pequeño que era diferente. "Más allá de mis gustos, me sentía incomodo con mi cuerpo. No me agradaba lo que veía. Ahí empecé a optar por fajarme y a usar ropa de hombre, que era lo que me hacia sentir realmente cómodo. Ya con el tiempo, porque uno no nace conociendo los términos de transexual, gay, lesbiana, etc, entonces comencé a indagar en internet. A los 13 años tuve una idea de qué era o cómo yo me sentía acorde según la sociedad me veía".
A los 16 Andrés tomó la decisión de contarle a su familia que no estaba cómodo con su cuerpo. La respuesta que recibió de vuelta lo sorprendió.
"Le dije a mi mamá que quería comenzar un tratamiento de reasignación sexual porque me sentía transgénero. Ella me dijo que tenía que esperar hasta los 18 años y que si seguía con ese pensamiento ella me iba a apoyar".
Miedo
Para las personas transgénero reconocerse como tal ante sus familias y la sociedad siempre es un paso que está marcado por el miedo al rechazo. Una situación que muchas veces los empuja a terminar con sus vidas.
"En varias ocasiones opté por suicidarme. Incluso lo intenté. Porque claro, es súper fantasioso decir quiero ser otra persona, casi de ciencia ficción. Pensar que podía llegar a ser una posibilidad ser hombre era algo muy lejano, porque sabía que en el futuro se me venía una vida infeliz", afirma Andrés.
La misma reacción fue la que tuvo Alonso. "Pasé por lo mismo. Antes me cortaba y tenía intentos de suicidio tomando pastillas. Sufrí harto pero aprendí a quererme. Hay que luchar por lo que uno quiere. Al principio no lo conté. Me lo guardé para mi porque sinceramente tenía miedo que me pudieran rechazar. El apoyo familiar es fundamental en esto. A uno le duele tener que tirar para arriba solo".
La etapa escolar de ambos jóvenes tampoco estuvo exenta de episodios de discriminación. Cosas tan cotidianas como ir al baño resultaba toda una complicación.
"Me echaron muchas veces del liceo por ir todos los días con buzo. Muchas veces tuve que ir a buscar a mi mamá para que me justificara. Cosas tan simples como ir al baño se volvieron muy complejas. Yo esperaba que todos mis compañeros entraran a clases para ir al baño", relató Alonso.
Al respecto Andrés agrega que "hay veces que la gente lo hace de forma involuntaria y no porque quieran dañarte, sino porque muchas veces las personas no están informadas y no saben lo que te afecta el hecho que te traten como niña. Eso ocurre mucho dentro de tu misma familia que tiene el hábito de llamarte por el nombre del sexo que tú naciste. Uno igual tiene que ser un poco comprensivo porque estas cambiándole el chip a una persona que por años te conoció como mujer.
El 13 de enero la Cámara de Diputados aprobó en general el proyecto de Ley de Identidad de Género que permitirá a las personas trans cambiar su sexo en el Registro Civil. La iniciativa -que cuenta con discusión inmediata- pasará a tercer trámite constitucional.
5 años de discusión lleva la Ley de Identidad de Género. En enero la Cámara de Diputados aprobó en general el proyecto de que permitirá a las personas trans cambiar sexo en el Registro Civil.
57 pacientes están recibiendo tratamiento para lograr el proceso de transición de género y sexo en Unidad de Identidad de Género del Hospital Regional de Antofagasta.
1 año ocho meses de tratamiento hormonal reciben los pacientes con disforia de género antes de someterse a un intervención de cambio de sexo, el que también incluye evaluaciones de salud mental.