Agotamiento, letargo y sueño son estados que pueden dificultar no sólo el desempeño laboral, sino que también constituyen un peligro cuando se requiere mantener plena atención, por ejemplo, al momento de conducir un vehículo. Interesados en comprender estos fenómenos de la mente y en desarrollar herramientas útiles para la comunidad, un grupo de investigadores del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Universidad de Chile, descubrió que la temperatura de los dedos permite predecir el rendimiento atencional de las personas y que a mayor enfriamiento de las manos, mayor es el estado de alerta.
Rodrigo Vergara, biólogo y doctor en Psicología, ha explorado en profundidad el rol de la temperatura en la fatiga mental, entendida como un cambio en los estados fisiológicos y psicológicos que experimenta una persona a medida que realiza una actividad y que gatillan cansancio y dificultad para efectuar dicha tarea.
El objetivo de estos estudios es elaborar marcadores que permitan detectar tempranamente el estado de alerta y cansancio para evitar accidentes laborales o mal desempeño y rendimiento en diversas actividades. "La fatiga no es una condición patológica, pero es importante saber cuándo la persona está cansada para que no cometa errores, para saber si puede o no hacer su trabajo o bien si necesita tomarse un descanso", explica Vergara a este medio.
Reduce la temperatura
El investigador chileno indica que hoy se conoce que hay temperaturas sobre las que y bajo las que las probabilidades de sufrir algún tipo de accidente son muy grandes: superior a los 30 grados celsius e inferior a los 10.
"Esto es particularmente sensible para obreros de la construcción, choferes de buses y camiones y operarios de grúas, entre otras personas que están en lugares en los que normalmente no hay climatización y donde sus errores pueden impactar fuertemente en el entorno. Hemos determinado que la temperatura del dedo también nos permite detectar qué tan atentas están las personas y no sólo que tan cansadas están, convirtiéndose así en una especie de alarma temprana", comenta el investigador del BNI.
Método del estudio
El líder de la investigación, junto a un equipo del instituto de la Universidad de Chile, diseñó un estudio con voluntarios en los que se midió la temperatura del dedo anular, frente y tímpano. Se reclutó a 19 participantes (8 mujeres y 11 hombres) entre los 19 y los 36 años, quienes realizaron una tarea de control y tres de tipo cognitiva durante una sesión de trabajo.
La primera tarea del análisis consistió en que los voluntarios estuvieron diez minutos sentados tratando de mantenerse despiertos, pero relajados bajo la siguiente instrucción: "Siéntate mirando la pantalla y relájate. Por favor, no te duermas e intenta no cerrar los ojos por largos períodos de tiempo". Una hora antes de la llegada del participante se aclimató el espacio a una temperatura constante, entre 18 y 26°C, considerada entre los rangos óptimos para desempeñarse y mantener cierto grado de atención.
Los resultados de las tareas, junto a las mediciones de temperatura, fueron traspasados directamente a un computador y a un software. "En general, los resultados sugieren que hay efecto acumulativo a lo largo del experimento, representado en una reducción en la temperatura del dedo desencadenada por tareas de atención", afirma el doctor Vergara.
Durante el desarrollo de la investigación, el doctor y su equipo observó alteraciones de temperatura entre los 5 a 10 grados. "Vimos que disminuía la temperatura del dedo cuando la persona se preparaba para hacer una tarea y esa caída predecía el rendimiento en la tarea. Lo que importó fue determinar si a los participantes se le enfriaron las manos o no", asevera el biólogo, quien además sostiene que la magnitud del cambio en la temperatura del dedo fue el mejor predictor de rendimiento en las actividades atencionales. "Estos hallazgos apoyan que la temperatura periférica se puede utilizar como una herramienta para prevenir comportamientos y accidentes inseguros. Estamos optimistas con esta herramienta de medición, ya que es barata, muy sencilla de implementar y bastante confiable".
Mejorar la detección
Junto a este avance, el científico chileno y su equipo están expandiendo el análisis y están evaluando otros indicios, como la duración del parpadeo, variabilidad del ritmo cardiaco, electroencefalografía y diámetro pupilar. "Esto para ver cuál o cuáles parámetros presentan un mejor desempeño en predecir el estado de alerta, según estilos específicos de atención. No es lo mismo manejar en Santiago que en la carretera y, en base a eso, nuestra pregunta ahora es qué medidas o combinación de éstas son las más adecuadas (...) esperamos que estos conocimientos sirvan para transferirlos a todos", concluye Vergara.
personas participaron voluntariamente de esta investigación: ocho mujeres y 11 hombres 19